El ingreso de Colombia a la OCDE, que se anunció hace un par de semanas, es una buena noticia, decía en una columna anterior, tanto por lo que hemos hecho como por lo que vamos a hacer para vernos bien en la foto de los países con las mejores prácticas. Y para vernos bien a futuro, uno de los temas que debemos seguir trabajando con fuerza es el de la educación. Hemos hecho una cosa muy valiente y es dejarnos medir por los estándares que les aplican a los países de la OCDE en las pruebas PISA. Sin ser obligatorio participar en las mismas, Colombia lo ha hecho y con eso ha recorrido un trecho grande porque sabemos de dónde partimos y hacia dónde se debe dirigir la política pública y los esfuerzos de las instituciones privadas y públicas.
Los resultados no son buenos y los estudiantes colombianos quedan en la cola negativa de los resultados en ciencias, matemáticas y lectura. Cerca de México y Chile, pero muy lejos de los países escandinavos con una tradición de buenos sistemas educativos. Los estudiantes del país están atrasados casi tres grados respecto a sus pares de países miembros de la OCDE. La política pública debe enfatizar cada vez más la tarea en educar con calidad y en particular en estas materias que son la base para construir una vida laboral productiva para unos niños y jóvenes que van a acceder a un mercado laboral cada vez más necesitado de talento creativo y versatilidad. Por ejemplo, todo el esfuerzo que se realice para ampliar la cobertura de la jornada única es clave en este objetivo. Es claro que es costoso y, que aunque Colombia ha ampliado su gasto en educación y es similar al de la media de la OCDE como porcentaje del PIB, el gasto por alumno sigue siendo bajo en el contexto de la OCDE.
También tenemos aún camino para recorrer en temas de cobertura, a pesar de todos los esfuerzos recientes. La cobertura primaria llegó a máximos, pero aún falta cobertura para bachillerato y educación superior. Los jóvenes entre los 15 y 19 años que no están estudiando son más del doble en Colombia que en la media de los países de la OCDE y los niños que acceden a educación preescolar son la mitad. La comparación es dura pero nos da un buen estándar y buenas prácticas para seguir mejorando la calidad y la cobertura de la educación.
El ingreso de Colombia a la OCDE, que se anunció hace un par de semanas, es una buena noticia, decía en una columna anterior, tanto por lo que hemos hecho como por lo que vamos a hacer para vernos bien en la foto de los países con las mejores prácticas. Y para vernos bien a futuro, uno de los temas que debemos seguir trabajando con fuerza es el de la educación. Hemos hecho una cosa muy valiente y es dejarnos medir por los estándares que les aplican a los países de la OCDE en las pruebas PISA. Sin ser obligatorio participar en las mismas, Colombia lo ha hecho y con eso ha recorrido un trecho grande porque sabemos de dónde partimos y hacia dónde se debe dirigir la política pública y los esfuerzos de las instituciones privadas y públicas.
Los resultados no son buenos y los estudiantes colombianos quedan en la cola negativa de los resultados en ciencias, matemáticas y lectura. Cerca de México y Chile, pero muy lejos de los países escandinavos con una tradición de buenos sistemas educativos. Los estudiantes del país están atrasados casi tres grados respecto a sus pares de países miembros de la OCDE. La política pública debe enfatizar cada vez más la tarea en educar con calidad y en particular en estas materias que son la base para construir una vida laboral productiva para unos niños y jóvenes que van a acceder a un mercado laboral cada vez más necesitado de talento creativo y versatilidad. Por ejemplo, todo el esfuerzo que se realice para ampliar la cobertura de la jornada única es clave en este objetivo. Es claro que es costoso y, que aunque Colombia ha ampliado su gasto en educación y es similar al de la media de la OCDE como porcentaje del PIB, el gasto por alumno sigue siendo bajo en el contexto de la OCDE.
También tenemos aún camino para recorrer en temas de cobertura, a pesar de todos los esfuerzos recientes. La cobertura primaria llegó a máximos, pero aún falta cobertura para bachillerato y educación superior. Los jóvenes entre los 15 y 19 años que no están estudiando son más del doble en Colombia que en la media de los países de la OCDE y los niños que acceden a educación preescolar son la mitad. La comparación es dura pero nos da un buen estándar y buenas prácticas para seguir mejorando la calidad y la cobertura de la educación.