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El claustro del Rosario


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Juan Carlos Bayona Vargas
07 de agosto de 2024 - 05:05 a. m.
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Era 1978. Carlos Holguín Holguín, el rector, me recibió en el espléndido despacho rectorial. Tan sobrio como elegante. Ingresaba a la Facultad de Filosofía Letras e Historia, que dirigía el inolvidable Luis Enrique Ruiz. El rector, me dijo el decano, quiso conocer a algunos de los aspirantes de las distintas facultades y de filosofía te elegimos a ti. Quedé de piedra. Hablamos de todo. Hasta cantamos por un instante (él mucho mejor) una pequeña aria de Pagliacci, la ópera de Leoncavallo. Se sabía que el rector, entre otras muchas virtudes que tenía, era un conocedor del género y un tenor afinadísimo. Y además del célebre jurisconsulto que fue, lo acompañaba una vasta cultura humanística y una tersa pluma de escritor.

Obvio, las cosas han cambiado. Y está bien que cambien y sigan cambiando. Lo antiguo y lo nuevo, como reza nuestro apellido, es, antes que un mandato, un destino. Sin embargo, aquel gesto de querer conocer un puñado de estudiantes, y entregarles una parte del tiempo de su tiempo, no era sólo un gesto, era, sobre todo, la encarnación de las señas de identidad de uno de los proyectos educativos más hondamente incrustados en el alma colombiana. Querer saber quiénes son los estudiantes así sea un grupo de ellos, acercarse a ellos, conversar con ellos, ya era suficientemente significativo del talante de la universidad. No en vano una parte de los estudiantes tiene un papel inendosable en la elección de los rectores. Desde hace casi cuatro siglos.

Luego vinieron otros ínclitos rectores y cada uno, a su modo, fue fiel a la sentencia del fundador. Yo, al Rosario, como a mi colegio, le debo lo que soy. No lo digo por aquello que me enseñaron, mucho de lo cual ya no recuerdo. Lo digo porque en ellos me permitieron educarme, me incitaron a expresarme, a escribir, me dejaron pensar para poder aprender a pensar. Un proyecto educativo, cualquiera que sea, desde el preescolar hasta el doctorado, no tiene fin distinto a que sus invitados adquieran, poco a poco, las claves de su identidad y las coordenadas de su papel en el mundo. Y sé que ahora el querido claustro atraviesa tiempos complejos. Tal vez para recuperar el rumbo y potenciarlo, habría que empezar como a la usanza del entrañable rector Holguín, por dedicarle tiempo a los estudiantes. Mucho tiempo. Todo el que se pueda.

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Guillermo(dvw0y)09 de agosto de 2024 - 01:05 a. m.
El transito hacia una educación de excelencia hace imprescindible la renovación del concepto de comunidad académica. Es urgente que en el concepto de Comunidad Académica quepa la fuerza de los estudiantes.
Guillermo(dvw0y)09 de agosto de 2024 - 01:02 a. m.
Ser joven y no ser rebelde es una contradicción biológica. No saber canalizar esa rebeldía a favor de la educación es desconocer algo elemental: ya sabemos quiénes serán los líderes de mañana. El columnista abre la puerta y también las ventanas para que entre al claustro aire fresco.
Guillermo(dvw0y)09 de agosto de 2024 - 01:01 a. m.
Darles la palabra a los estudiantes es un gesto de igualdad generacional. Es una invitación clara a volver al futuro. Es darle la palabra a la ciencia y la tecnología. Avanzar sin temores con el apoyo, cada vez más importante, que tendrá lo que hoy nombramos como inteligencia artificial. Es quitarse de encima el miedo que nos da la rebeldía. Ser joven y no ser rebelde es una contradicción biológica. No saber canalizar esa rebeldía a favor de la educación es desconocer algo elemental: ya sabemos
A(31678)08 de agosto de 2024 - 10:16 a. m.
¿"Proyecto educativo del alma colombiana"? Este sujeto delira. Esta es una de las expresiones más dañinas en nuestro país. Es de un arribismo sin precedentes sugerir que una Universidad privada encarna lo patriótico, lo más importante, lo que constituye lo más significativo de pertenecer a este país . Y encima, poner ese centro en Bogotá (o en Medellín). Es inagotable la fuente de disparidades que generan personas como el columnista. Demasiado ignorante para alguien que venden como ecuánime.
  • Guillermo(dvw0y)10 de agosto de 2024 - 02:38 p. m.
    Este comentario es un mar de confusiones !!!
Sebastián(54861)07 de agosto de 2024 - 03:38 p. m.
[1 de 2] El columnista requiere corrector de estilo, la columna tiene hartos yerros, me refiero solamente a los del § 1. 1-2. Mejor ‘rectoral’ que ‘rectorial’ y ‘aria’ que ‘área’. 3. El comienzo de la columna es un galimatías: Lo recibió el rector pero le dijo el decano, por lo que acaso estaban los tres: rector, decano y estudiante. 4-5. Trastrocó puntuación, como la coma después de Historia que debió poner en Filosofía: «Facultad de Filosofía, Letras e Historia que dirigía».
  • Héctor(08369)08 de agosto de 2024 - 11:12 p. m.
    Lea de nuevo, más despacio. Si no lo logra, pida ayuda.
  • carlos(ounfs)07 de agosto de 2024 - 05:10 p. m.
    Usted leyó mal y no entendió nada
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