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¿Para qué educar?

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Juan Carlos Bayona Vargas
19 de octubre de 2024 - 06:00 p. m.
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Hace unas semanas, en un foro sobre empleo y educación, Juan Daniel Oviedo, que sabe de números y los sabe comunicar, presentó los cuatro factores o variables más importantes a la hora de conseguir un empleo: tener la educación y la formación necesaria, tener experiencia en el cargo, tener influencias, y el origen familiar y social de la persona. Luego le pidió al auditorio, unas 300 personas, que levantáramos la mano una sola vez por la variable que consideráramos definitiva a la hora de conseguir el empleo. El resultado fue muy interesante: más o menos dos terceras partes del público la levantamos por la educación, el segundo lugar lo ocupó la experiencia, el tercero las influencias, y unas cuantas manos en alto votaron por el origen familiar y social.

Pues bien, la noticia de que la minoría crea que son las influencias y el origen de las personas las claves para conseguir un trabajo no puede ser sino una buena noticia. Hace unas pocas décadas un ejercicio de similar naturaleza habría arrojado resultados completamente distintos. Al menos en el escenario en el que estábamos, los empresarios de la sabana de occidente en Bogotá, esos fueron los resultados. Aunque las variables, como es lógico suponerlo, pueden estar relacionadas, conseguir un empleo ya no es, como otrora, un asunto de estricto feudalismo laboral.

Y en cuanto a los dos primeros lugares, según el análisis de Oviedo, estábamos equivocados, pues es la experiencia el factor esencial de acuerdo con los empresarios a la hora de conseguir empleo, antes que la educación, especialmente la educación del bachillerato, a la que llamó, no sin razón, la franja gris de sus cuadros estadísticos.

El asunto es bien complejo. ¿Cómo ganar experiencia si no consigo un empleo? ¿Cómo conseguir un empleo si no tengo experiencia? De ahí la importancia de establecer políticas públicas laborales, especialmente para los jóvenes.

La pregunta de fondo salta a la vista: ¿Debe la educación preparar a sus educandos para el mercado laboral? Los adverbios vienen en mi ayuda. No necesariamente, no solamente, no exclusivamente. Dicho lo mismo de otra manera: sí, claro, pero con otros componentes esenciales.

Instruir a una persona para un arte u oficio sin educarla es tanto como mal instruirla. La educación propende por ensanchar el espíritu humano, liberarlo de sus prejuicios, concebir una sociedad llena de propósitos comunes, promover el sentido crítico de la realidad y sus conjuntos, desarrollar las potencias sumergidas de cada uno de sus invitados y crear nuevas; eso para solo declarar unas cuantas vaguedades conscientes y deliberadas que, sin embargo, sin ellas quedaríamos a merced exclusivamente de las sacrosantas y hegemónicas leyes del mercado. Y tampoco.

Es obvio que la educación debe servir en un sentido práctico. Pero no reducirse exclusivamente a él. Es evidente que la educación está asociada con el PIB de las naciones, con su desarrollo económico y social. Pero en ese propósito no se agota su propósito. Vincular el derecho a educarse solo para conseguir un empleo es válido y poder vivir o, peor aún, sobrevivir, también es válido. Pero no puede ser el único propósito de una educación decente.

En eso se me ha ido la vida. Al menos a mí. En convocar y construir para la educación propósitos superiores que nos reivindiquen como especie y como individuos, que nos salven de los fundamentalismos y extremismos de cualquier ralea, y nos den solaz y esperanza en que el mundo es un lugar deseado y conmovedor porque hay un nosotros.

Sé muy bien que la guerra del Peloponeso la ganó Esparta. Pero es Atenas la que pervive en la memoria de los seres humanos. Y aún la seguimos evocando. Entre muchos, yo también.

Conoce más

 

César(24974)28 de octubre de 2024 - 05:11 p. m.
La educación pertinente (buena) es la que ayuda a desarrollar las dimensiones física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica descritas en los fines de la educación (Ley 115/94) también para formar para el pensamiento, la ciencia, la cultura, la vida, la paz, ah y el trabajo. En lo laboral muchas empresas privadas ya no piden títulos sino competencia; las influencias se imponen en el sector público sobre todo en las naciones fallidas.
D.(cvtsc)20 de octubre de 2024 - 11:36 a. m.
Quisiera compartir su optimismo Sr Bayona y creer que esa encuesta improvisada refleja nuestra realidad. Basta ver la historia de los presidentes (p. e. que alguien demuestre que Duque o Barbosa fueron elegidos por pilos, o algún otro delfín), o la cantidad de amigos o conocidos con doble maestría que no encuentran trabajo por falta de palancas. Me temo que la minoría del foro es la que tiene la razón.
Mario(196)20 de octubre de 2024 - 02:50 a. m.
Las empresas son las mas interesadas en dar oportunidades para el primer empleo (adquirir experiencia) pues son la puerta para formar empleados para el largo plazo. Hay mucho que puede trabajar, pero solo unos pocos bien entrenad lo hacen bien y eficientemente. La educación se defiende sola. En los países desarrollados, la riqueza en los estados financieros es causa y efecto de la riqueza moral, social, etica, cultural, espiritual, intelectual...
Sebastián(54861)20 de octubre de 2024 - 02:15 a. m.
[1 de 2] 1. Al contrario de lo que expone el columnista, la realidad es distinta, por ejemplo: en este desgobierno no priman la educación (preparación académica) ni la experiencia para conseguir altos cargos, como debería ser, sino las influencias y el origen familiar; la incompetencia es la regla general, empezando por el presidente Petro que tiene prontuario académico para esconder: pasó raspando el Icfes (396 de 640 puntos: 61,875% apenas),
Sebastián(54861)20 de octubre de 2024 - 02:15 a. m.
[2 de 2] perdió dos materias en la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia (Política Monetaria y Economía Agraria), presume de saber matemáticas, de tener maestrías sin grado y de un doctorado que no hizo. 2. Las oraciones con el verbo propender se construyen con complementos precedidos de ‘a’ o ‘hacia’, no de ‘por’: _La educación propende a ensanchar_…, (§ 6) es lo correcto. Sebastián Felipe
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