Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos la ceremonia no se realizó en un estadio. Los franceses convirtieron la Ciudad de la Luz en un teatro de puertas abiertas y al Sena en una pista atlética para que desfilaran 10.500 deportistas y gozáramos miles de millones de personas en el mundo entero. De estos impactantes juegos que acaban de culminar, quisiera destacar cinco aspectos.
Primero. Por primera vez los Juegos Olímpicos alcanzaron la equidad de género
Los Juegos Olímpicos de París serán los primeros en la historia en lograr paridad entre hombres y mujeres con la participación de 5.250 hombres y 5.250 mujeres. Eso contrasta con los juegos anteriores, en los que predominó la presencia masculina. En 1924, por ejemplo, también en Paris, el 96 % de los deportistas fueron hombres. Durante este siglo es notable el avance en los derechos de la mujer y en los derechos humanos. Así mismo, se comienzan a generalizar las competencias mixtas en atletismo y natación; entre ellas, y por primera vez, destaca la maratón de relevos mixta. Este tipo de competencias cada vez serán más frecuentes. Por lo menos eso es lo que corresponde a un mundo con menor desigualdad y mayor complementariedad entre los géneros.
Segundo. Los Juegos Olímpicos rindieron homenaje a la diversidad
Desde la inauguración se hizo evidente que, si en Tokio celebramos los juegos de la esperanza para resaltar que habíamos podido salir vivos de la pandemia, en París tendríamos que destacar el homenaje que rindieron los organizadores a la diversidad de nacionalidades, etnias, deportes, contexturas y edades. En la inauguración sonaron desde canciones de la Revolución Francesa hasta ópera y heavy metal. Céline Dion evocó a Edith Piaf y Juliette Armanet hizo lo propio con John Lennon al cantar, al pie de un piano o mundo en llamas, Imagine, la canción icónica que se identifica con el espíritu y el sentido de las olimpiadas. Su letra es elocuente:
Imagina que no hay países (…)
Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz.Puedes decir que soy un soñadorpero no soy el único.
En París participaron 206 países, trece más que los miembros de la ONU. Sin duda, debemos destacar la creciente presencia de atletas refugiados. Ellos simbolizan la triste vida de millones de personas que tienen que abandonar su tierra porque sufren persecución y violencia, porque sus países viven guerras y crisis económicas. Cerca de 117 millones de personas en el mundo han sido forzadas a huir de sus hogares. Una cifra que duplica el número que teníamos una década atrás. Entre ellos, cerca de 43 millones son refugiados. Es un bello gesto que el olimpismo los acoja en su seno para compartir y competir.
La edad de los deportistas es muy diversa. Desde Zheng Haohao, una de las promesas del skateboarding en China, con 11 años, hasta el sueco Rolf-Goran Bengtsson, de 62 años, quien participó en salto ecuestre. También la contextura es heterogénea, lo cual se opone a ese imaginario de belleza que venden empacado para que consuman las adolescentes del mundo y que tanto daño genera a su autoestima y estabilidad emocional. En París vemos a mujeres maravillosas que miden 1.42, como Simone Biles, o 1.53, como su antecesora Nadia Comaneci, o en hombres el caso de Shaquille O’Neal, uno de los jugadores más famosos de la NBA, quien en su momento más glorioso llegó a pesar 140 kilos.
Los deportes son cada vez más diversos. En este caso, los organizadores quisieron atraer a la población juvenil y para ello incluyeron el break dance como nuevo deporte olímpico. Necesariamente esto implicó el retiro de otro y el sacrificado fue el béisbol. Una decisión muy discutible. Sigue pendiente la inclusión del patinaje.
Tercero. El desplome deportivo de Cuba
El fenómeno deportivo cubano es excepcional en la historia moderna. Una pequeña isla con menos de diez millones de habitantes y completamente bloqueada por los EE. UU. se convirtió durante la segunda mitad del siglo pasado en una de las grandes potencias deportivas del mundo. Gracias a la inversión del Estado y a una decidida política de promoción de talentos, Cuba alcanzó a obtener 235 medallas, 84 de ellas de oro, algo que muy pocos países han logrado. En Barcelona 1992, por ejemplo, se ubicaron muy cerca de China y fueron quintos con 14 de medallas de oro. Sin embargo, el desplome deportivo cubano es impactante. En París terminaron con dos oros, una del luchador Mijaín López, quien ganó su quinta medalla consecutiva en lucha. Atrás quedaron las épocas del destacado balance cubano en atletismo, boxeo, voleibol y gimnasia.
Una buena parte de los deportistas formados en Cuba han huido de su país para buscar mejores oportunidades. Lo mismo sucede con los entrenadores, al tiempo que se abandonan los centros de entrenamiento. En París, 21 deportistas formados en Cuba representaron a otros 13 países en los Juegos Olímpicos. Varios de ellos alcanzaron medallas. Por ejemplo, en salto triple, los tres medallistas fueron formados en las escuelas cubanas, pero las obtuvieron representando a España, Portugal e Italia. Es muy triste ver el desplome de la mayor potencia deportiva de América Latina durante el siglo XX, pero sin duda tendrá que reglamentarse la posibilidad de que algunos países ricos nacionalicen fácilmente deportistas para presentarlos como si hubieran nacido en su tierra. Esta es una tarea pendiente para defender el espíritu del olimpismo y que este no desvanezca frente a las cuentas bancarias de los países más adinerados.
Cuarta. Fueron los primeros Juegos Olímpicos ecológicos
Los organizadores se comprometieron a reducir a la mitad la huella de carbono de estos Juegos Olímpicos en relación con los anteriores. Esto implicó que utilizaran electricidad 100 % renovable procedente de parques eólicos y solares y que el gigantesco evento estuviera por completo alineado con el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Tal vez la falla más protuberante fue no haber podido limpiar por completo el Sena. La alcaldesa intentó persuadir a los deportistas bañándose en el río, pero el retiro de la delegación de Bélgica después de la infección de una de sus deportistas evidenció que el proceso de limpieza todavía no había llegado a feliz término.
Quinta. En Colombia necesitamos mejorar en inversión, infraestructura y promoción del talento
Llegar a unos Juegos Olímpicos ya es una verdadera hazaña para cualquier deportista. Pero algunos no solo llegan, sino que sobresalen entre todos los demás, como es el caso de Leon Marchand en natación, Armand Duplantis en salto de pértiga, Simón Biles y Rebeca Andrade en gimnasia, entre muchos otros. En Colombia, lo hecho por Ángel Barajas es histórico, pero sin duda el balance general colombiano es inferior a las expectativas, pues nunca llegaron las medallas previstas en ciclismo y boxeo.
Ese es el resultado de un país donde los éxitos dependen excesivamente del esfuerzo y el sacrificio individual y familiar, así como de los muy buenos entrenadores, pero con casi nulo apoyo del Estado. Ojalá trabajemos para fortalecer la promoción del talento en las escuelas –como se evidenció en el caso de Barajas y en los éxitos alcanzados por los levantadores de pesas– e invirtamos en campos deportivos y en entrenadores. Como siempre, los frutos solo se podrán ver en el largo plazo. Es por eso que tanto político –pensando en las próximas elecciones y no en las próximas generaciones– prefiere invertir en pavimento y se descuida por completo la inversión en educación, cultura y deporte.
