Colombia quedó ubicado como el segundo país más polarizado del mundo en el estudio Edelman 2023. ¿Qué significa eso y qué podemos hacer para evitarlo?
La firma Edelman viene haciendo seguimiento a un grupo diverso de países durante el siglo XXI para evaluar el nivel de confianza que tienen sus habitantes en las instituciones. El Informe 2023 ubica a Argentina, Colombia y Estados Unidos como los tres países más polarizados del mundo. Según sus conclusiones, cuatro factores promueven la polarización:
Primero. En los países polarizados no se puede dialogar, porque medio país cree que el otro medio está completamente equivocado en sus ideas, prácticas y creencias. Segundo. Son países que confían muy poco en sus gobiernos, partidos políticos, instituciones y medios de comunicación. Tercero. Existe una profunda división de clases. Cuarto. En el 86 % de los países investigados, los habitantes sienten que se están deteriorando muy significativamente las condiciones económicas.
Lo acabamos de ver en las elecciones presidenciales en Estados Unidos y Argentina. Es como si en dos colegios distintos hubieran elegido rectores a los matones del curso. El nuevo presidente de Estados Unidos ya fue condenado por violación y, en lugar de acabar en la cárcel, terminó en la Casa Blanca. Lo más grave es que eso lo sabían quienes le dieron su voto, pero no les importó o no lo quisieron creer al pensar que era un juicio político. También sabían que, al perder las elecciones en 2020, invitó a desconocer los resultados y organizó la toma del Capitolio, pero tampoco por eso cambiaron su voto. Lo más grave es que así piensan, viven, sienten y votan más de la mitad de los argentinos y estadounidenses. Estamos viviendo un profundo y silencioso cambio cultural.
Según el Washington Post, Donald Trump durante su primer mandato mintió en promedio 16 veces por día. ¿Cuántas veces lo hará durante su segundo gobierno, en el que controla todos los poderes?
Como modelos populistas, no creen en la democracia y construyen enemigos para ganar en identidad entre sus seguidores y descargar la rabia e indignación. Hitler había elegido a los judíos; Trump, a los inmigrantes latinoamericanos y Milei, a la “casta política”. Ese grupo elegido, supuestamente, es el que ha puesto en riesgo a todos los demás.
Con ambos gobernantes se acelerará el calentamiento del planeta, las lluvias y la intensidad del calor y las inundaciones. Lo único que les importa es acelerar el crecimiento económico. No piensan en las consecuencias. Ellos propugnan por un Estado que no controle a los empresarios, no les cobre impuestos y los deje actuar libremente. No es casual que Elon Musk, el segundo hombre más rico del planeta, haya suspendido su trabajo para acompañar al candidato del partido republicano. En un acto abiertamente ilegal, rifó un millón de dólares diarios entre quienes apoyaron con su firma las dos primeras enmiendas de la Constitución. Ahora, él viene a sacar todo el provecho posible de lo que invirtió. Como magistralmente decía Carlos Gaviria Diaz: “El que paga para llegar, llega para robar”. ¿Algo similar es lo que queremos para Colombia en 2026?
En el caso colombiano hay cuatro factores especiales que aumentan la polarización:
Primero. Haber vivido la guerra más larga del hemisferio occidental, una guerra degradada y articulada a las mafias regionales. La guerra afectó el tejido social y debilitó la confianza. Sin confianza no hay trabajo en equipo y sin trabajo en equipo no tenemos futuro como sociedad.
Segundo. Colombia es el país donde menos confiamos en los medios de comunicación. Se trata de una tendencia muy preocupante a la que han contribuido tanto el actual gobierno, al generalizar muy equivocadamente sus críticas a los medios y los periodistas, como la irresponsable actitud de algunos medios que en realidad se convirtieron en voceros de partidos políticos.
Tercero. Tal como es sabido, Colombia presenta uno de los indicadores más altos de desigualdad en el mundo y el primero o segundo en América Latina, según el año de su evaluación.
Cuarto. Hemos convivido por décadas con el narcotráfico y la cultura del “atajo”. La ley de la cárcel se volvió un principio esencial: “el vivo vive del bobo”. Como en las mafias, inventaron dos nuevos mandamientos: “No dar papaya” y “a papaya puesta, papaya partida”.
Aun así, todavía es posible detener la barbarie hacia la que estamos marchando. En 2026, las elecciones podrían seguir dividiendo y polarizando a la población. Es probable que triunfe el que más promueva el odio, el miedo, la venganza y la exclusión. Es muy difícil, pero tenemos alguna posibilidad de frenar esta tendencia. Para eso se necesitarían, por lo menos, cuatro grandes condiciones:
- Reconocer que tenemos visiones diferentes frente a la realidad y que será dialogando y llegando a consensos que podremos salir adelante. En el primer año de gobierno de Gustavo Petro se avanzó mucho en la dirección correcta, pero lo avanzado se borró con creces en el segundo. Caminar en esta dirección implicaría un gobierno que reconozca a la oposición y una oposición que reconozca al gobierno. Hasta el momento, ninguno de los dos lo hace. Además, ellos son solo dos de las muchas voces que existen en el país, pero ambas gritan e insultan tanto que copan el debate político. Aun así, nos quieren hacer creer que el mundo fue pintado en blanco y negro, y esa es una completa estupidez. La realidad es más rica, variada y compleja. Necesitamos valorar los matices y las lecturas, propuestas y soluciones más diversas. Necesitamos valorar las nuevas voces y dialogar entre todos.
- Debemos fortalecer las instituciones políticas, sociales, familiares y económicas. Ayudar a construirlas, cuidarlas y consolidarlas. El mayor problema lo tenemos con instituciones como los partidos políticos y los medios de comunicación masiva. Con ambos llegamos a niveles de desconfianza abrumadores. Es incalculable el perjuicio que le hace a la confianza en los medios de comunicación que una candidata presidencial haya permanecido en la dirección de una revista durante cerca de un año. Eso debió ser censurado por todos. Su renuncia fue en extremo tardía. Pero el daño que produce un presidente que descalifica a todos los medios de comunicación por los errores de unos pocos también es ilimitado. Además, es muy injusto, porque hay periodistas muy buenos y medios excelentes en el país y en las regiones.
- Debemos fortalecer la lectura crítica en la sociedad. Eso implica leer con menos apasionamiento las noticias, revisar las fuentes, validar las posibles verdades y distanciarnos para poder juzgar. Necesitamos leer fuentes y perspectivas diferentes. El multiperspectivismo es condición necesaria de la democracia y de la lectura crítica. Los extremos hacen exactamente lo contrario: fortalecen el dogmatismo y el fanatismo, promueven el odio y las lecturas sesgadas, y como dice Pepe Mujica, “el odio nos vuelve estúpidos”.
- Debemos cuidar la esperanza y el optimismo. La realidad la construimos, no estamos destinados a nada. Todo es obra de lo que nos propongamos hacer colectivamente. Obviamente, si trabajamos en equipo, llegaremos más lejos. Hay que restaurar el optimismo económico y eso no es posible sin mejorar la seguridad y el trabajo conjunto entre las empresas y el Estado, a nivel nacional y regional. Unos enfatizan en la seguridad y otros en la paz. Ambos están equivocados: no hay paz sin seguridad ni seguridad sin paz. Ante todo, esa seguridad y paz tendrán que ser enfatizadas desde las regiones.
Como vamos, muy seguramente marchamos hacia una mayor polarización y mayor culto al odio y la venganza. Eso es lo que va a hacer Donald Trump. Nombrar a Robert Kennedy como Secretario de Salud en EE. UU. es como nombrar a un terraplanista al frente de la NASA. Algo similar puede decirse con el nominado a nuevo fiscal: Matt Gaetz. Tiene grave prontuario judicial por pedofilia y es investigado por la Comisión de ética del Congreso. La pregunta es: ¿esa es la ruta de polarización, odio y exclusión que queremos como sociedad para Colombia?
La icónica canción Imagine de John Lennon trae una frase memorable. Me parece que hoy es un buen día para cantarla:
“Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros”.
