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En la pasada campaña presidencial la candidata Ingrid Betancourt compartió en un debate televisivo un supuesto caso de depresión aguda del actual presidente de la República. Recientemente, en entrevista para la revista Semana, volvió a traer a colación esta supuesta o real tragedia humana. ¿Una crisis emocional debería hacer parte de los debates electorales?
Según un informe presentado hace pocos días por el Ministerio Público, en el primer semestre de 2023 se presentaron 18.466 intentos de suicidio en el país. En promedio, durante este año, cada día cerca de 100 personas perdieron las ganas de vivir. Para completar, estas cifras tan solo reflejan los casos sobre los cuales tienen conocimiento las autoridades. Muy acertadamente un reciente editorial de El Espectador habló de una crisis silenciosa y dolorosa en Colombia: la salud mental. ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué no reaccionamos?
Estamos ante un tema de enorme importancia para la sociedad, pero muy especialmente para los educadores, psicólogos, médicos, jóvenes y padres de familia, porque tristemente cada vez son más los adolescentes con ideación suicida y lo intentan a edades cada vez menores. En Estados Unidos, donde hay mayor seguimiento a este tema crucial, han encontrado que, en 2021, el 42 % de los estudiantes de secundaria experimentaron sentimientos persistentes de tristeza y depresión. En España, estiman que uno de cada tres jóvenes de 18 a 24 años ha intentado quitarse la vida. Estamos ante la que podría ser una de las mayores tragedias de nuestros tiempos modernos: una pandemia de dolor, soledad y depresión que nos puede arrebatar cientos de miles de vidas humanas. Según la OMS, cerca de 705.000 personas se suicidan cada año en el mundo y la cantidad de personas que lo intentan es veinte veces mayor.
Este es el contexto en el que la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt reveló una supuesta aguda crisis depresiva del actual presidente de la República, que habría conocido cuando fue invitada unos días a su casa en Bruselas, mientras él se encontraba trabajando como diplomático del gobierno de César Gaviria.
Si la noticia es cierta, lo revelado por Ingrid es un acto de deslealtad que bajo ningún punto de vista se puede tolerar a una figura pública. ¿Por qué y para qué revelar una aguda crisis depresiva de quien debió ser un conocido tan cercano que le abrió las puertas de su casa en el extranjero a ella y a quien la acompañaba? ¿Qué buscaba al revelar una noticia tan triste y privada en medio de una campaña electoral? ¿Qué pretende ahora al ratificarlo a un medio tan sesgado y abiertamente comprometido con una línea política partidista como la revista Semana? Si la noticia es falsa, estaríamos hablando de un acto muy bajo que busca deteriorar la imagen del presidente Gustavo Petro. En cualquier caso, es evidente que Ingrid está dispuesta a hacer lo que sea con tal de alcanzar notoriedad nacional y también que no entiende la gravedad de una aguda crisis emocional.
La depresión aguda es una situación emocional límite en la cual la persona comienza a perder las ganas de compartir, soñar y vivir. Estamos ante una de las situaciones más tristes para un ser humano, que se puede convertir en una eterna tragedia para él, sus amigos y sus familiares. La persona depresiva padece soledad y tristeza muy agudas, que se agravan si faltan amigos y redes de apoyo. La persona que padece depresión crónica tiene pocas expectativas, lo que genera falta de metas para vivir. Estaríamos ante una persona con un autoconcepto o imagen de sí misma extremadamente deteriorada. Y la autoimagen, como muy bien nos decía el psicoterapeuta canadiense Nathaniel Branden, “es como el sistema inmunológico: ofrece resistencia, fuerza y capacidad regeneradora”.
Los educadores nos esforzamos por formar mejores y más responsables ciudadanos, en tanto algunos políticos quiebran frecuentemente los límites éticos con tal de ganar más votos. Pueden, incluso, crear noticias falsas o quitarle el velo a la privacidad. Esos políticos, las redes envenenadas de odio y los medios de comunicación parcializados maleducan a las nuevas generaciones. ¿Qué hacer ante ellos? Es difícil formar ciudadanos integrales con esos ejemplos tan dañinos. Aun así, hay que seguir intentándolo. ¡Nunca ha sido fácil la tarea para los formadores!
A Ingrid la hemos conocido muy poco los colombianos, pero lo que hemos sabido de ella nos ha dejado dudas sobre su capacidad de trabajo en equipo. Primero fue en 2002, cuando fue víctima de un miserable secuestro realizado por la entonces guerrilla de las FARC que la condenó a vivir en la selva por seis años y medio. Es cierto que vivía en condiciones infrahumanas, pero también llamó la atención la manera como la describieron sus compañeros de tragedia, entre ellos su jefe de campaña y los tres estadounidenses con quienes compartió cautiverio.
La segunda ocasión fue cuando le reclamó al Estado una indemnización de 8,4 millones de dólares por haber sido secuestrada. Eso fue en 2010. Es cierto que ella tuvo que vivir inmenso dolor, pero no parece que fuera una buena idea recibir millones de dólares que podrían cumplir un mejor papel en uno de los países más desiguales del mundo.
En 2022, volvió a Colombia a participar activamente en las últimas elecciones. Fue invitada a hacer parte de la coalición del centro, llamada “Coalición de la Esperanza”. Sin duda, Ingrid fue determinante para hacerla volar en mil pedazos y destruir la esperanza. Una vez más fue evidente que a ella en la escuela nunca le enseñaron a sumar ni a construir de manera colectiva. Seguramente porque “capó clase” cuando enseñaron a multiplicar y porque siempre ha pensado en exceso en primera persona.
Por todo lo anterior, comparto el enérgico llamado que hace el editorial de El Espectador a tomarnos muy en serio el tema de las crisis emocionales. Una de las primeras acciones que tendríamos que hacer es no permitir que un tema tan privado, grave y doloroso pueda ser utilizado con fines electorales.
Cada uno puede votar por quien quiera. Ese es un componente esencial de la democracia. Pero nadie debería poder aprovecharse de las crisis emocionales, reales o inventadas, de los demás. Las tesis que defiende el presidente Petro tienen muchísimos aspectos por debatir en todos los temas. Por el bien del país, ojalá sean confrontadas todas ellas de manera argumentada, pausada, respetuosa, amplia y documentada. Lo he hecho en diversas ocasiones en los temas educativos. Pero todos esperamos que quienes lo hagan no caigan tan bajo al elegir sus “argumentos”.
P.D: Rechazo la estigmatización y los denigrantes términos con los que se refiere el representante Miguel Polo Polo a la Universidad de Antioquia: “Cloaca de terroristas”. ¡Nadie puede desconocer su contribución significativa a la investigación, la ciencia, la cultura y el desarrollo nacional! Al mismo tiempo, rechazo el racismo del cual él ha sido víctima en redes. El racismo es violencia y toda violencia debe ser eliminada del debate nacional.
* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)