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¿Por qué los jóvenes no quieren tener hijos?

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Julián de Zubiría Samper
07 de octubre de 2025 - 05:00 a. m.
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El DANE publicó las cifras definitivas sobre el número de nacimientos en 2024 y las proyecciones para 2025. Desde 2014, vienen disminuyendo significativamente los nacimientos en Colombia. La pregunta es clara: ¿por qué los jóvenes hoy no quieren tener hijos?

En 2024, Colombia registró la tasa de fecundidad más baja de la historia: 1,1 hijos por mujer. El número de nacimientos cayó un 12 % frente a 2023 y un 33 % respecto a 2014. En el primer semestre de 2025, volvemos a presentar una caída del 6,6 % frente al mismo periodo en 2024. Si bien este es un fenómeno que hemos vivido en el mundo entero durante las últimas cinco décadas, el proceso en Colombia es mucho más acelerado e intenso. Ocurrió principalmente en los últimos diez años. En 1966, las mujeres en Colombia tenían en promedio 5,6 hijos, un número muy similar al de África. Hoy por hoy, nuestras tasas son muy similares a las de Corea y Taiwán, los países con menor tasa de fertilidad en el mundo. La cara positiva de esta transformación es que hemos disminuido a la mitad el número de hijos de madres menores de 14 años. Sin duda, ellas son niñas, no madres, y deberían estar estudiando y formándose.

Cuando analicé este tema en una columna anterior, muchos lectores destacaron que dejaba a un lado el factor que ellos consideraban más importante: el económico, asociado al enorme costo de tener un hijo. Considero que esa es una interpretación muy equivocada del cambio en la tasa de natalidad. Por eso quiero explicar por qué la razón real es que estamos ante un muy profundo cambio cultural.

Primero. Los factores económicos no explican el proceso demográfico. Contrario a lo que creen algunas personas, los países más pobres del mundo son precisamente los que tienen las mayores tasas de fertilidad, mientras los países más ricos suelen tener tasas más bajas. Por eso África sigue siendo el continente en el que las mujeres tienen más hijos, en tanto este número es sensiblemente más bajo en Europa, América y Asia. Así mismo, en Colombia, en el interior del país, las tasas de fertilidad son menores entre las mujeres de estratos altos, con mayor nivel educativo y que viven en las ciudades. Así, el número de personas por hogar sigue siendo un 40 % más alto en Vaupés, Atlántico, Magdalena o Sucre que en Bogotá.

La hipótesis de que un menor número de hijos se debe a factores económicos es contraevidente en todo el mundo. Además, es contradictoria con lo observado respecto a la tendencia en los ingresos de los hogares colombianos en las últimas tres décadas. Los jóvenes actuales tienen, en promedio, mayor nivel de vida que sus padres. Lo que sucede es que sus prioridades de inversión han cambiado de manera significativa.

Segundo. Las nuevas expectativas de los jóvenes. Seis décadas atrás los jóvenes se casaban a temprana edad, tenían hijos muy pronto y sus recursos estaban fundamentalmente destinados a la alimentación, estudio y vivienda de sus descendientes. Las mujeres de estratos medios y altos no trabajaban y permanecían dedicadas al hogar y los hijos. En consecuencia, los ingresos del padre tenían que sostener a toda la familia. Esto ha cambiado de manera profunda. Hoy la vinculación de la mujer a la educación y la fuerza laboral es incluso superior a la de los hombres.

Así mismo, los jóvenes quieren estudiar por tiempos más prolongados. En 1990, solo el 8 % de los egresados de los colegios ingresaban a la universidad. Hoy lo hace el 57 % y la cifra sigue en aumento. Los costos los asume cada vez en mayor medida el Estado, tanto en la básica como en la superior. Ir a la universidad hoy se considera un derecho; antes era un privilegio. Algo similar sucede con los viajes. Cada vez es más frecuente ver a jóvenes estudiando y viviendo temporalmente en el exterior. Obviamente, las diferencias según estratos son abismales. Aun así, en todos los casos el porcentaje de la población que se desplaza al exterior es significativamente más alto que hace cinco décadas. Los jóvenes son más individualistas. Las mujeres se casan y tienen hijos a mayor edad. En 1960, tenían su primer hijo, en promedio, antes de los 20 años. Hoy lo tienen cerca de los 30. Es obvio que quien tiene el primer hijo a esa edad, necesariamente tendrá menos hijos en la vida.

Tercero. Empoderamiento femenino. Hoy las mujeres aspiran a tener estudios superiores y alcanzar mayor relevancia laboral, familiar, personal, social y política. Falta mucho, pero cada vez están más empoderadas. Aun así, el apoyo que obtienen de sus esposos en el hogar sigue siendo muy bajo y en muchos casos deben asumir la crianza solas. Según la encuesta de uso del tiempo del DANE, las mujeres dedican casi tres veces más tiempo que los hombres a tareas del hogar. Así mismo, según la Encuesta de Hogares de 2025, el 47 % de los hogares tiene como cabeza de hogar a una mujer.

Todo eso confluye para que las mujeres aplacen su matrimonio y duden en tener hijos. Ellas también quieren viajar y estudiar, y no quieren tener jornadas adicionales en sus hogares. En ese contexto, tener un hijo implica un sacrificio muy grande frente a sus expectativas. Antes el sentido de vida de la mujer estaba asociado a la crianza de sus hijos y nietos. Ahora ellas tienen proyectos de vida diversos. Los hijos pueden entorpecer esos proyectos, así como la expectativa frente a futuros vínculos matrimoniales. No es lo mismo volver a casarse con cinco hijos que sin tener ninguno. Afortunadamente, en Colombia cuentan con Profamilia, una entidad que les permite tener los hijos e hijas que ellas desean.

Cuarto. La desesperanza. La juventud del mundo ha perdido esperanza. Escucha que la vida y el planeta están amenazados por el calentamiento global, las guerras, la polarización y la migración. Los medios y las redes hacen crecer exponencialmente este desolador panorama. Son medios que generan miedo y odio hacia los inmigrantes, las culturas, ideologías, etnias y religiones diferentes. En este contexto, la pregunta es: ¿para qué traer hijos a un mundo con un futuro tan desolador? Esto es más grave en un país en el que la guerra pareciera transformarse, pero no terminar, donde las mafias y la corrupción siguen enquistadas en el poder y emergen nuevos grupos que se disputan el control y las rentas territoriales. Cada vez hay más desconfianza frente al Congreso y los partidos políticos. Dado lo anterior, si la juventud del mundo tiene desesperanza, la de Colombia cree todavía menos en el futuro que nos espera como nación.

Como puede concluirse, estamos ante un cambio cultural muy profundo, estructural. Las consecuencias serán complejas para la juventud cuando envejezca. En ese momento no tendrán quién los cuide, con quién celebrar sus cumpleaños, con quién convivir ni quién pagará sus pensiones. Tampoco tendrán nietos o sobrinos para volver a jugar como niños. Aun así, son todavía muy jóvenes para pensar en los temas de los adultos. Por ahora, quieren estudiar, viajar, tener mascotas, asistir a conciertos y divertirse. Al fin y al cabo, como decía Simone de Beauvoir, “los jóvenes encuentran el mundo ya hecho y su tarea consiste en hacerlo de nuevo”.

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Dario Lopera(17472)15 de octubre de 2025 - 06:39 p. m.
Todas sus conjeturas son solo eso, conjeturas especulativas. Hasta que no haya un estudio real, serio, estadísticamente representativo, su interpretación es apenas una hipótesis, una conjetura. Nada más. Hasta que ud. no demuestre con cifras que la economía no es un factor, no debería das su hipótesis como cierta. Extraño que una persona de academia desconozca, o peor aún, ignore a propósito el método científico.
Usuario(63255)14 de octubre de 2025 - 05:42 p. m.
Claro que la economía es muy incipiente en tener hijos o no, si vienes de una familia con dificultades económicas, habrás comprendido lo duro que es conseguirse la plata para los zapatos de tus hijos, eso es un factor de estrés infantil y de adultos pues no quieren pasar esos tragos amargos ante la inseguridad laboral que siempre está a la vuelta de la esquina.
Eduardo Sáenz Rovner(7668)09 de octubre de 2025 - 05:36 p. m.
Mi bisabuela tuvo ocho hijos. Mi abuela tuvo cuatro. Mi mamá tuvo dos. Yo tengo uno; él no quiere tener hijos. Consiguió un gato... castrado.
jorge prada sanchez(96713)09 de octubre de 2025 - 10:20 a. m.
El factor económico sí es preponderante.
pedrito opinador(59003)09 de octubre de 2025 - 01:58 a. m.
Se la pasan culiando con condones, si saber lo bueno que es a palo seco pero ademas con eso de tantas parejas gay, no es que no quieran, es que no pueden
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