¿Serán desplazados los docentes por la inteligencia artificial?

Julián de Zubiría Samper
08 de mayo de 2023 - 09:00 p. m.

A comienzos de 2023, Bill Gates predijo que una de las profesiones más amenazadas por la inteligencia artificial (IA) sería la docencia. Llegó a afirmar que “alcanzará la capacidad para ser un profesor tan bueno como cualquier humano”. Él comprende a cabalidad lo que se está haciendo en esta materia y su profundidad y capacidad predictiva en temas de salud, economía y tecnología son reconocidas. A pesar de eso, no ha resultado un buen predictor en temas educativos.

Bill Gates es un “optimista tecnológico”. En los inicios del siglo XXI, concluyó que la calidad educativa de los colegios mejoraría si se cumplían tres condiciones: a) que todos los niños y niñas tuvieran acceso a tablets y conectividad; b) que estudiaran en colegios más pequeños y c) que disminuyera el número de estudiantes por aula de clase. Tras más de una década de inversiones tecnológicas y disminución en el tamaño de colegios y el número de estudiantes por aula, los estudiantes apoyados por la Fundación de Bill y Melinda Gates no alcanzaron los avances propuestos en términos de calidad de la educación y mayor ingreso a las universidades. Tampoco lo lograron los países que siguieron sus consejos y optaron por aumentar las inversiones en educación y por disminuir significativamente el número de estudiantes por aula de clase. Gracias a esto reconoció sus errores y concluyó que los incrementos en la calidad solo se podrían alcanzar si se repensaban los procesos de formación docente. En sus términos: “Hace tiempo que ha quedado demostrado que los maestros influyen en la educación de los estudiantes más que cualquier otro factor, incluyendo el tamaño de las clases y la inversión por estudiante. Entonces el objetivo es determinar qué es lo que científicamente hace a un buen docente”. Falló en su predicción, pero su conclusión fue brillante y muy pertinente.

Con la predicción que ahora está haciendo Gates muy seguramente sucederá algo similar, pero debemos destacar que él mismo está reelaborando muy pronto sus afirmaciones iniciales. Actualmente está señalando las grandes posibilidades que podría brindar la IA en educación. Es una posición más reflexiva y pertinente. Comparto plenamente sus nuevas predicciones.

Es cierto que todos los cambios tecnológicos generan incertidumbres y, sin duda, deben ser enormes los riesgos para que un científico como Geoffrey Hinton, considerado el “padre” de la IA, haya renunciado a su cargo en Google para gozar de la libertad necesaria para poder advertir sobre los riesgos que la IA puede suponer para la sociedad y la humanidad.

En múltiples momentos de la historia hemos visto el riesgo que crean las nuevas tecnologías. Valgan algunos ejemplos. En Fedro, por ejemplo, Sócrates concluye que la escritura podría frenar nuestra capacidad para recordar y pensar. En sus términos: “Ella sólo producirá el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria”. Así mismo, los artesanos ingleses creían que las máquinas creadas durante la revolución industrial reemplazarían sus oficios y fabricarían productos de menor calidad a un ritmo con el que ellos no podían competir. La predicción no se cumplió y si bien muchos empleos desaparecieron, otros se crearon y la gran mayoría se reformaron, lo que al final produjo una profunda reestructuración laboral. Eso mismo pasará con la llegada de la IA al mundo laboral.

También muchos pensaron que la televisión, las computadoras o la enseñanza en línea sustituirían a los docentes, cosa que no ha sucedido. Así mismo, en las últimas décadas, los docentes obligaron a los estudiantes a guardar las calculadoras para ellos seguir enseñando los algoritmos rutinarios y mecánicos que, para desgracia de la mayoría de los niños del mundo, han dominado la enseñanza de las matemáticas. Con los chatbots está pasando algo muy similar: los docentes tradicionales quieren meter las diversas versiones de la IA bajo candado. Se equivocan. Necesitamos disminuir las tareas más rutinarias de la docencia para concentrarnos en los procesos que favorecen el desarrollo integral. La IA nos puede ayudar en este propósito.

La pandemia evidenció algo que los “optimistas tecnológicos” no han comprendido. La buena educación –como decía don Agustín Nieto Caballero– no es un proceso de instrucción, sino de formación. Y la formación siempre es intencional, integral, se debe realizar por equipos de docentes y está cargada de emociones, artes, comunicación dialogante y retos. Es por eso mismo que con niños y jóvenes es insustituible la presencialidad.

Siempre serán esenciales la pasión de los docentes, el contagio emocional del grupo, la empatía que genera una buena mediación y el desarrollo del pensamiento que produce un debate preparado, pertinente, argumentado y contextualizado. Así mismo, no pueden faltar las preguntas retadoras y la lectura y escritura críticas y reflexivas. Tampoco podría un buen docente dejar de promover el sentimiento de capacidad, las competencias transversales, la flexibilidad, la resiliencia, las exposiciones grupales bien retroalimentadas, así como las miradas y palabras cargadas de intención para generar efecto Pigmalión y desarrollo integral en cada estudiante.

Hace unos días, miles y miles de profesores universitarios pusieron el grito en el cielo hablando de los graves riesgos de que los estudiantes utilizaran un chatbot al realizar sus trabajos. “Se van a copiar”, pensaron los docentes dedicados a transmitir informaciones. Se equivocan. La IA pone en riesgo la educación repetitiva y centrada en la información que sigue dominando la mayor parte de colegios y universidades en Colombia y América Latina, la misma que no ha generado cambios en las estructuras profundas que usan los estudiantes para pensar, leer, sentir y hacer. Es cierto, esa escuela dedicada a la transmisión de informaciones está en riesgo con la IA. Es más, décadas atrás ha debido desaparecer, porque en la nube ya están las informaciones que allí se transmiten. Pero los docentes tradicionales no se dan cuenta de que en la red no están las competencias para pensar, comunicarnos y convivir. El sistema educativo debería dedicarse a desarrollar esas competencias, pero por atosigar a los jóvenes con informaciones y normas no lo logra.

En el futuro, los estudiantes siempre entregarán dos trabajos escritos. Uno será el que les arrojó inicialmente el chatbot y el segundo, el que ellos reelaboraron a partir de allí. Seguramente lo sustentarán. De eso se trata la educación: de reelaborar y de reestructurar, de enseñar a pensar, leer y escribir. El aprehendizaje solo es real cuando hay una modificación significativa de las estructuras cognitivas previas. Esa es la primera condición del desarrollo. La segunda es la integralidad.

En el futuro, los docentes mejorarán los diagnósticos de los estudiantes utilizando chatbot. Educar es retroalimentar los procesos para que los estudiantes superen sus debilidades y alcancen estructuras éticas y de pensamiento más complejas. Por el contrario, la educación tradicional ahogó el sistema con rutina, calificaciones, certificaciones, informaciones y normas. Educar solo tiene sentido cuando se garantizan buenos procesos de retroalimentación y formación. La IA actuará como un excepcional monitor que acompañará el trabajo de los docentes en el salón de clase, ayudándonos a diagnosticar el nivel de consolidación de las competencias de cada estudiante en lectura, pensamiento y en conceptualización en cada una de las áreas. Con esa información, las tareas prioritarias de los docentes serán retroalimentar, orientar, dialogar y mediar; nos dedicaremos a impulsar el desarrollo.

En el futuro, los educadores podremos dedicarnos a cosas esenciales y no a la trivial transmisión de informaciones o a la certificación de los estudiantes. Esas tareas simples las hará la IA mientras los docentes nos dedicamos a formar individuos más empáticos, solidarios y creativos. Nuestra meta será formar jóvenes con mayor autonomía y comprensión de sí mismos y de los otros. La prioridad será que cada uno conozca los hitos de su autobiografía y que construya su proyecto de vida. Esas tareas son y seguirán siendo durante mucho tiempo exclusivamente humanas. Ninguna tablet, computadora o IA podrá sustituir a un maestro que trabaje en equipo con otros para desarrollar integralmente a los niños y los jóvenes.

Estaba equivocado Bill Gates cuando creía que la IA “alcanzaría la capacidad para ser un profesor tan bueno como cualquier humano”, pero creo que acierta cuando piensa que brinda grandes oportunidades a los docentes. Es más, creo que será una aliada ideal en la tarea de impulsar las transformaciones pedagógicas que les debemos a las nuevas generaciones.

Tal como dice Malala Yousafzai: “Una niña, una maestra, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo”. Como ella, creo que la educación es la mejor herramienta para cambiar a las personas que cambiarán la humanidad. Como pueden ver, Bill Gates es un “optimista tecnológico”, en tanto yo me siento, como muchos otros, un “optimista pedagógico”. Lo ideal sería que las máquinas nos ayuden a transformar la educación para que sigamos cambiando la sociedad. Muy seguramente la IA nos ayude a cumplir este noble propósito. Ojalá eso no sea visto como “optimismo tecnopedagógico”. Mañana en la tarde le preguntaré al chatbot a ver qué dice al respecto. De lo que sí estoy seguro es de que pensaré y reelaboré su respuesta. Pese a todos los riesgos, desde que hicimos las primeras hachas de piedra, para eso creamos las máquinas.

* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria).

 

Ccdaw(v9l66)10 May 2023 - 1:06 a. m.
Que maravilla un examen propuesto y evaluado por IA. Y un maestro que ayuda y propone caminos para la mejor comprensión de los temas. Esperemos que también se consiga reducir el tiempo de trabajo, primero a 32 horas y... ya se verá.
jose(07647)9 May 2023 - 6:42 p. m.
muchas gracias Maestro por sus excelentes aportes a al pedagogía.
María(17011)9 May 2023 - 4:04 p. m.
Excelente columna.
Mario(196)9 May 2023 - 3:50 p. m.
La conclusion importante es que los maestros son el corazon del sistema educativo y es allí donde hay que invertir recursos y esfuerzos. Seleccionar a los docentes por capacidades intelectuales, vocación de servicio y estándares éticos. Darles un ambiente de estabilidad social y economica y equipar sus colegios con recursos para el conocimiento: bibliotecas, internet, computadores, unidades deportivas, instrumentos musicales. Darles metas a que aspirar, y dejarlos hacer su trabajo.
Mary Jarrin(qv8io)10 May 2023 - 1:54 p. m.
Profesor, comparto su columna. Ante la realidad, no podemos llenarnos de miedo, debemos cambiar, aprovechar la novedad, como lo ha hecho la humanidad con la innovación durante milenios.
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