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Viajar

Julián de Zubiría Samper

03 de septiembre de 2024 - 12:00 a. m.

En un mundo globalizado es esperable que circulen muy libremente las personas, las ideas y los bienes. Aun así, algunos extremistas proponen construir murallas para proteger sus Estados y sus visiones de mundo. ¿Triunfará la libre circulación o volveremos a las murallas medievales?

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Viajar es la manera más clara y efectiva para desarrollar el pensamiento relativo de las personas. Al hacerlo reconocemos que las ideas, las prácticas y los valores han cambiado a lo largo de la historia y se hacen muy evidentes las significativas diferencias que existen entre culturas, épocas y regiones. Como hermosamente demostró Chimamanda Adichie, las historias únicas no reflejan adecuadamente una realidad que es mucho más diversa y compleja.

A quienes hemos nacido en Colombia nos impacta conocer lugares en los que se cuida la vida como lo más sagrado. En muchas ciudades las personas a pie pueden atravesar por las cebras sin siquiera mirar a los lados. Quienes lo hacen saben que, aunque no haya semáforos, los vehículos se detendrán porque la vida de los peatones es la prioridad. También nos sorprende ver mujeres jóvenes y hermosas caminando solas a las dos o tres de la mañana. Así vistan minifalda la sociedad sabe que nada les va a pasar. Todos lo saben.

Así mismo, en muchas poblaciones europeas y orientales, niños de seis o siete años van solos a estudiar. Nadie los interrumpe. Ellos ya tienen la ruta trazada en su mente y la cumplen sin dificultad. A las escuelas van casi todos los niños, de nacionalidades, estratos, religiones y lugares diversos, y las mejores en Europa y Oriente, tanto en la básica como en la superior, suelen ser las públicas. Nada de eso se ha podido hacer en Colombia porque la sociedad que hemos construido hasta el momento no ha priorizado a los niños, la vida, la paz, la igualdad y la seguridad.

Muchos piensan que los colombianos estamos condenados a vivir en medio de guerras. Eso no es cierto. Hace relativamente poco tiempo, el gobierno alemán de la época creó cámaras de gas para exterminar a los judíos. Hoy es uno de los pueblos más pacíficos de Europa. De diversas formas, el Estado alemán ha pedido perdón a la sociedad por el Holocausto y el inmenso dolor causado.

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Yugoslavia se desintegró después de una prolongada guerra en los años noventa y hoy se ha convertido en diversos Estados que atraen a turistas que viajan a conocer sus parques naturales, historias, culturas, playas y los mágicos escenarios en los que se filmó Juego de tronos. Vietnam fue el escenario de uno de los conflictos más complejos del siglo XX. Hoy es territorio de emprendimiento, turismo, gastronomía y paz. Ningún país está condenado a la guerra. La paz ha sido posible en todos aquellos que construyeron consensos e hicieron esfuerzos para garantizarla.

Hay países con otras religiones y otras culturas. Existen estaciones, temperaturas y horarios diversos durante el año. En China, por ejemplo, se celebró en febrero el año 4.722 bajo el signo del dragón. Para los budistas, los años no se cuentan desde la llegada de Cristo. Tampoco para los musulmanes. En los templos budistas de Tailandia las personas dejan comida y dinero a la vista de todos para cuidar a sus monjes porque saben que nadie los tomará. Cristianos, judíos y musulmanes vivieron en paz durante siglos en España, hasta que algunos de ellos quisieron imponer su religión a los demás. Son muchísimo más extensos los tiempos de paz que los de enfrentamiento por el poder, las riquezas, las tierras y la religión. Es más, en un hermoso gesto con la humanidad, España y Portugal pidieron perdón a la comunidad de judíos sefardíes, otorgando la ciudadanía a los descendientes de quienes fueron expulsados de sus territorios cinco siglos atrás.

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En el aeropuerto de Nueva Delhi está escrito en inglés: “Por favor, no cocine aquí”. Si lo dice, es porque muchas personas lo hacen. En sus calles circulan libremente monos, el humo de las estufas de carbón y las vacas. Es frecuente ver personas recibiendo tratamiento dental en las aceras. En los países musulmanes no circula libremente el alcohol y las mujeres deben salir a la calle en compañía de hijos y esposos. Hacerlo solas sería muy mal visto. En 67 países en el mundo sigue penalizada la homosexualidad, mientras que en ciudades como Nueva York o Río de Janeiro se estima que más de 2 millones de personas salieron en las marchas del orgullo gay celebradas durante las semanas anteriores. Tenemos diversas maneras de pensar y actuar en el mundo. Respetar y valorar la diversidad sigue siendo una tarea esencial en la educación que brindamos padres y maestros. Solo así podremos favorecer la convivencia pacífica en un mundo tan complejo y diverso.

Caminar por Chichén Itzá, Machu Picchu, el Coliseo Romano, el Taj Majal, la Muralla China o La Alhambra nos permite recordar que estamos parados sobre los hombros de los gigantes que nos han antecedido y que ellos provienen de diferentes culturas, épocas, religiones y Estados. La misma sensación sentimos al ver “Las meninas” o “La Mona Lisa”. Conocer que existe un proyecto multinacional de investigación en curso como el acelerador de partículas en la frontera entre Suiza y Francia nos hace conscientes de que la gran mayoría de genios científicos están vivos en la actualidad. Algo similar sucede al ver las construcciones de Santiago Calatrava o de Ieoh Ming Pei desplegadas por el mundo.

A pesar de todo, la masificación de los viajes ha generado nuevos y difíciles problemas. En 2024, la Organización Mundial de Turismo espera que 71 millones de turistas viajen por España, 77 lo hagan por Francia y que 51 se desplacen por los Estados Unidos. Son cifras descomunales. ¿Cómo garantizarles transporte, comida, alojamiento y seguridad? ¿Cómo garantizar que ellos no destruyan las costumbres, la seguridad y el sueño de los habitantes en los lugares a los que lleguen? ¿Cómo debe actuar el Estado para impedir que el turismo encarezca la vida, la comida y la vivienda en los pueblos visitados? Son nuevos y complejos retos a los que se enfrentan las sociedades modernas.

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La gran paradoja es que, viviendo en un mundo cada vez más globalizado e interconectado, en los últimos años también se han fortalecido las visiones más excluyentes y extremistas que pretenden cerrar las puertas a los inmigrantes y a los turistas. Rememorando lo que se hacía en la Edad Media, quieren construir murallas para frenar el desplazamiento de personas y bienes. Son disparates que le han dado un nuevo impulso a las ideas de una extrema derecha que desconoce la diversidad. La hemos visto generando atrocidades impensables bajo el liderazgo de líderes extremistas como Putin y Netanyahu. Afortunadamente, los franceses lograron detener el avance de esta tendencia que reivindica el fascismo, quiere frenar la inmigración, restringir las libertades, limitar la presencia de musulmanes y desconocer los hallazgos científicos sobre el calentamiento global, pero la amenaza para la democracia sigue latente.

Sería muy preocupante que se sigan fortaleciendo quienes quieren retornarnos a las murallas del pasado, pero estaríamos ante una tragedia para la humanidad si al frente de la principal potencia del planeta estuviera un hombre tan insensible, que desconoce la ciencia y promueve un discurso de odio, intolerancia y exclusión, como Donald Trump. Inimaginables las consecuencias si cayéramos tan bajo. Ojalá su viaje sea a la cárcel y no a la Casa Blanca. Afortunadamente, la candidata demócrata Kamala Harris ha tomado el impulso necesario para fortalecer la democracia y derrotar el odio y la exclusión.

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P.D: Se nos fue Jorge Enrique Botero, amigo del alma. Generoso, afectivo, agudo y original. Excepcional periodista y documentalista. Partió uno de los más valientes cronistas de Colombia que se atrevió a caminar tantas veces por la selva para ayudarnos a encontrar una solución al largo conflicto armado que tanto nos aqueja. Nunca desistió. Siempre pudo más su compromiso con la vida, la paz y la verdad. Q.D.E.P.

*Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)

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