¿Es posible retornar a un estado de barbarie? ¿Involucionar? ¿Echar para atrás el progreso, deshacer los avances y conquistas de la humanidad hasta volver al primitivismo? La respuesta es sí. La historia demuestra que los colapsos sociales son reales y devastadores. Ya han ocurrido antes en numerosas sociedades humanas. Y quien escribe estas líneas considera que estamos a las puertas de uno nuevo.
Hoy, como en el período final de la Edad de Bronce, los síntomas son evidentes: enfermedades globales y crisis sanitarias, catástrofes climáticas con sequías e inundaciones alternadas, presiones migratorias y demográficas, guerras...
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