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Hace 12 años Chimamanda Ngozi Adichie publicó su última novela, Americanah, y con ésta se catapultó al parnaso de los autores de más renombre de las últimas décadas. Desde entonces sus escritos se habían alejado de la prosa para concentrarse en el género ensayístico. Sin embargo, esta semana la gran autora nigeriana lanza, tras largos años de espera, su cuarta novela: Dream Count.
Antes de Dream Count, Chimamanda Ngozi Adichie había escrito tres novelas fundamentales que le otorgaron un lugar de privilegio dentro de la literatura contemporánea. La flor púrpura (2003), su debut literario (y, a la espera de Dream Count, la mejor de sus novelas en concepto de quien escribe estas líneas), narra la vida de Kambili, una chica nigeriana que crece bajo la sombra de un padre autoritario y profundamente religioso, y que explora la represión y la búsqueda de libertad en un contexto poscolonial. Medio sol amarillo (2006), su obra más premiada, se centra en la Guerra de Biafra y narra la historia de cuatro personajes cuyas vidas se entrecruzan en medio del conflicto, ofreciendo un retrato conmovedor de la lucha por la independencia y sus devastadoras consecuencias. Americanah (2013), su obra más conocida y celebrada, es una novela sobre la identidad, la raza y la migración, siguiendo la historia de Ifemelu, una joven nigeriana que emigra a Estados Unidos y reflexiona sobre las diferencias culturales, el racismo y la nostalgia de su país natal. A través de sus novelas, Adichie ha logrado capturar distintos aspectos de la experiencia africana en un mundo globalizado, consolidándose como una de las escritoras más influyentes de su generación. Su tono logra alcanzar un lirismo sobrio pero contundente, destacándose además su habilidad para entrelazar lo personal con lo político, ofreciendo una mirada íntima a las vidas de sus personajes mientras aborda temas universales.
Más allá de su obra literaria, Adichie es una figura central en el debate sobre la libertad de expresión y la cultura de la cancelación. En diversas entrevistas y ensayos ha manifestado su preocupación por la falta de espacios para el disenso y la discusión honesta en la esfera pública, defendiendo la importancia de la diversidad de pensamiento en una sociedad cada vez más polarizada. Esta postura le ha valido tanto admiradores como detractores, especialmente dentro de ciertos sectores progresistas que han cuestionado algunas de sus declaraciones sobre el feminismo y la identidad de género.
Adichie también ha dejado una huella en la cultura pop. Su ensayo Todos deberíamos ser feministas se popularizó globalmente tras ser citado por Beyoncé en su canción Flawless, lo que llevó su mensaje a nuevas audiencias y consolidó su estatus como una voz fundamental del feminismo contemporáneo. Ha sido invitada a dar conferencias en eventos de alto perfil y ha trabajado con marcas de moda como Dior, donde su imagen y discurso han sido utilizados para promover la idea de un feminismo inclusivo y diverso. Su influencia se extiende más allá de la literatura y se manifiesta en la música, la moda y el cine, lo que demuestra su capacidad para conectar con públicos de diferentes generaciones y contextos.
Nacida en Nigeria, su trabajo está permeado por la cosmovisión de su pueblo, los igbo, ya sea en la exploración de la relación entre historia y modernidad, o en su insistencia en la importancia de preservar las narrativas africanas. No en vano una de sus mayores influencias es Chinua Achebe, igbo también, considerado el padre de la literatura africana moderna y en cuya casa en el campus de la Universidad de Nigeria, casualmente, vivió la familia de la escritora durante su infancia.
Chimamanda Ngozi Adichie es una pensadora contemporánea cuyo trabajo desafía convenciones y abre puertas a debates necesarios. Su literatura, así como su activismo, continúa dejando una huella profunda en el panorama cultural y social actual. En un mundo donde el ruido muchas veces ahoga la reflexión, su voz sigue siendo un faro de lucidez y de autenticidad.
