Publicidad

Atalaya

La generación de cristal

Julián López de Mesa Samudio
02 de diciembre de 2021 - 05:00 a. m.

“Inconsistentes”, “sin carácter”, “malcriados”, “débiles” y “sobreprotegidos” son algunos de los epítetos con los que nosotros, los viejos, describimos a la generación nacida dentro de este milenio. Asumiendo torpemente que su sensibilidad es fragilidad, los hemos dado en llamar la “generación de cristal”.

Con esta actitud prejuiciosa no sólo estamos comprendiendo mal a estos jóvenes, sino que también estamos perpetuando la imagen que de nosotros tenemos para justificar maneras y prácticas que hoy son moralmente inaceptables. No entendemos que esta generación es radicalmente diferente a todas las anteriores y que los modos que tanto nos generan conflicto, su cosmovisión tan incomprensible, sus gustos tan extraños y su sensibilidad exacerbada son el signo del cambio de los tiempos: un cambio irreversible del paradigma de la cultura humana.

Hubo un tiempo en que los padres podían controlar la educación de sus hijos, lo que creerían, lo que pensarían e incluso cómo actuarían. Todo cambió con la internet. La mal llamada generación de cristal nació en ella. Para los que no lo hicimos, nos es muy difícil comprender los alcances y posibilidades de esta tercera gran revolución de la información, siendo la invención de la escritura hace aproximadamente 8.000 años, y la imprenta y su uso masificado a partir del siglo XVI, las dos anteriores.

Hasta este milenio, la crianza y la educación de todas las generaciones pasadas era más o menos igual: provenía del hogar, del colegio y del contexto social en el que hubiesen crecido los niños. Aunque los padres de estos chicos pretendamos pensar que podemos controlar la accesibilidad, uso y asimilación de los recursos de la red, aquellos nacidos en este milenio, sumergidos y completamente adaptados a esta vida anfibia (desenvolviéndose cómodamente en el mundo de la red y fuera de esta), disponen de mucha más información, accesible de manera inmediata, que las demás generaciones anteriores tuvieron la posibilidad de tener. Pero, además, la información es más libre y sin restricciones, con más contrastes y matices, proviene de multiplicidad de fuentes y se halla en múltiples formatos. Nunca antes había habido tanta diferencia en la educación que recibía una generación frente a la posterior. Por eso estos jóvenes cuestionan visceralmente los valores, los ideales y los anhelos de los mayores, al no ser congruentes con el mundo en el que ellos están creciendo y con un futuro que será completamente diferente al que los adultos concebimos.

¿No será que las generaciones de cristal son más bien las nuestras? Somos los viejos los que nos indignamos y nos cerramos a comprender los anhelos y la cultura de los jóvenes; somos los adultos quienes intentamos cerrarles las vías alternativas de desarrollo tratándoles de imponer nuestra mentalidad vetusta; nosotros somos los que no aguantamos las críticas ni los cuestionamientos. Somos los mayores quienes naturalizamos y promovemos actitudes funestas como aquello de que la letra con sangre entra y que el maltrato y la violencia en la educación “crean carácter”, o que antivalores como la competitividad, la dureza de carácter y la insensibilidad son rasgos deseables para ser una persona exitosa.

La mal llamada generación de cristal representa la esperanza de un mundo mejor: su sensibilidad es fortaleza, pues no tiene miedo de mostrarse vulnerable; cuestiona la hipocresía de las generaciones, de “el que peca y reza empata”; y se indigna, con razón, ante la normalización de la cultura del abuso, la corrupción y el matoneo, que aplaude y estimula aquello de que “el vivo vive del bobo”, de que “a papaya servida, papaya comida” y tantas otros refranes que traducen los principios de generaciones anteriores. Esta generación eleva su voz para reclamar un futuro diferente, y los viejos deberíamos escucharlos.

@Los_Atalayas

Atalaya.espectador@gmail.com

Temas recomendados:

 

Álamo(88990)02 de diciembre de 2021 - 06:07 p. m.
Hummm.... don Julián, hay muchos "pecadillos" en el artículo, pero el de la generalización se sale de la cesta.
Beto 419(o3wxw)02 de diciembre de 2021 - 03:15 p. m.
Si señor! Y ahì estàn los de Primera Lìnea; no para "reclamar" un futuro diferente, para construirlo! Que articulo tan sesgado, desconoce la historia y el papel que siempre ha tenido la juventud. Siempre ha habido "los jòvenes de hoy". Y a los "Millennial" ya los estàn superando los "Centennials"
Bernardo(31155)03 de diciembre de 2021 - 09:39 a. m.
Desde mi 7o piso, celebro estos comentarios. No muy de acuerdo en que esta generación "radicalmente" rompa con las anteriores sino, apenas, más velozmente merced al flujo de información; ¿y la formación? Sigue emanando de una escuela-prisión catolizada. ¡He aquí un interesante conflicto!
Felipe(94028)03 de diciembre de 2021 - 05:40 a. m.
Cachucha del revés en lugar techado, tatuajes hasta en el sobaco, poses estúpidas para Instagram y, lo peor de todo, el regueton machacón, monorritmico y ramplón en medio de la incultura que desprecia cuanto ignora, que diría Machado. No se ve la grandeza constructora de futuro por parte alguna.
  • Bernardo(31155)03 de diciembre de 2021 - 09:40 a. m.
    Que "felipe" no la vea, no significa que deje de existir...
PEDRO(90741)02 de diciembre de 2021 - 10:04 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 248 días para que termine este gobierno patrocinador de plagiadores. Colombia necesita unos dirigentes que a lo largo de su vida pública y personal no presenten acusaciones por plagio, robo intelectual y falsos títulos.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar