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Atalaya

La responsabilidad de las figuras públicas

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Julián López de Mesa Samudio
03 de abril de 2025 - 05:05 a. m.
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Hace un par de semanas, dos figuras públicas, Margarita Rosa de Francisco y Daniel Samper Ospina, chocaron en X gracias a un video que circuló en esos días en redes sociales en el que dos políticos opositores, Alfredo Mondragón y Alirio Barrera, se intercambiaban improperios públicamente en términos altisonantes. El cruce se produjo cuando Samper mostró el video denunciando la grosería de Mondragón para con Barrera y De Francisco le contestó señalándole que Barrera también había sido, en otras ocasiones, una persona violenta al igual que lo había sido el líder de su partido. Según De Francisco, si el político de su preferencia actúa mal, hay otros que también lo hacen e incluso peor, lo cual genera que, o bien lo que hizo el político favorecido por la actriz no se vea tan grave, o la gravedad desaparezca del todo.

¿Cómo se bajan los estándares morales? De muchas formas. La banalización del mal a través de la comparación entre dos males (falacia de falsa equivalencia), la justificación de los medios empleados (corrupción, clientelismo, tráfico de influencias, etc.) para alcanzar un fin deseable (reformas necesarias para generar cambios en pos de una sociedad más justa y equitativa), crear y distribuir propaganda son algunas de las herramientas, infortunadamente cada vez más comunes, que pertenecen a la plétora de mecanismos para pervertir aún más la política y seguir bajando los parámetros morales y éticos de la sociedad al mover la frontera de la permisividad una vez el actuar reprochable es justificado.

Este actuar es grave y es aún más condenable cuando proviene precisamente de personas relevantes. Una figura pública es una persona que ha alcanzado fama, prominencia o notoriedad dentro de una sociedad, ya sea mediante sus logros excepcionales o percibidos como tales, por su suerte, sus acciones o a veces incluso sin ninguna razón. Una figura pública es, como su nombre lo indica, alguien que es conocido por un número amplio de personas de una sociedad hasta el punto de tener un reconocimiento que se presupone generalizado; ganan su posición social y su estatus económico justamente por ese reconocimiento. Eso la hace pública. Todo lo que haga o diga genera un impacto sobre la población. Por lo tanto, su opinión sobre distintos problemas sociales es tomada en cuenta por todos, y no como la de alguien del montón, sino como la de una persona relevante dentro de la sociedad.

Por esto la responsabilidad de De Francisco, Samper Ospina o de cualquier figura pública es mayor que la de aquellas personas que no lo son, aclarando que una figura pública debe ser considerada responsable por la influencia que ejerce, no por las acciones de quienes actúan en su nombre. Si influyen en una decisión, son responsables de dicha influencia, no de la acción misma. Su influencia es una acción por la cual pueden ser directamente responsabilizados.

La barbarie que se cuela por las hendijas cada vez que los estándares morales se relajan es el signo claro del cambio de los tiempos, de la decadencia. Y ésta, la decadencia, es el peldaño final antes del colapso.

@Los_Atalayas

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Lola Cortes(15127)05 de abril de 2025 - 07:17 p. m.
La gran diferencia entre esas dos figuras públicas es que uno es un hijo de, pertenece a una familia de políticos y está donde está no solo por su talento sino por lo descrito anteriormente. Además que es un monótono por eso de siempre lo mismo. Mientras que Margarita es una mujer que llegó a ser la n personaje público por ella misma. Es decir una mujer hermosa que supo sacarle partido a su físico con mucha inteligencia. No es monótona, ha sobresalido en todos los campos en donde se metido.
Nelson Cortes(9687)03 de abril de 2025 - 06:01 p. m.
Julián, su introducción es inexacta. No hubo en ese vídeo intercambio de improperios. Fue una agresión grosera y alevosa por parte de Mondragón. Es de agradecer que el agredido conservo las formas y no se rebajo al nivel del sujeto, digno representante de "el gobierno del cambio"
  • Olegario (51538)04 de abril de 2025 - 03:21 a. m.
    Pero, en honor a la verdad, el del Centro Democrático luego prácticamente retó al muérgano ese del PH. Le dijo, palabras más, palabras menos, que no le servía ni para el arranque.
  • Usuario(48316)03 de abril de 2025 - 08:02 p. m.
    ¿El partido del agredido y el agredido han sido violentos en otras ocasiones?
Nelson Cortes(9687)03 de abril de 2025 - 06:01 p. m.
Julián, su introducción es inexacta. No hubo en ese vídeo intercambio de improperios. Fue una agresión grosera y alevosa por parte de Mondragón. Es de agradecer que el agredido conservo las formas y no se rebajo al nivel del sujeto, digno representante de "el gobierno del cambio"
David Valencia Cuellar(0vhxw)03 de abril de 2025 - 04:44 p. m.
Si hay algún escribid or de EL Espectador que es violento y grosero, es es ATENAS
  • Ana Rico de Alonso(88564)04 de abril de 2025 - 01:22 a. m.
    De acuerdo. Siempre me salto sus comentarios pues son veneno puro y del malo. Ya había sugerido que El Espectador tuviera algunas reglas del juego para los/as comentaristas.
Gines de Pasamonte(86371)03 de abril de 2025 - 03:30 p. m.
De acuerdo en todo lo que expones, Julian. La decadencia de una sociedad se nota hasta en algo trivial: cuando el matarife lanzó su frase exprofeso: “le doy en la cara marica”, lo hizo con un avieso propósito, sabiendo que era escuchado y difundido; en su ego inflado, había quedado flotando aquello de ser Carlos Lleras Restrepo un “verraco”, por haber mandado a dormir a un pueblo a las 9 p.m, años 70. Él quería ser otro machote, ser tenido en cuenta como tal, ¡un hombrecito pantalonudo! ¡Plop!
  • Gines de Pasamonte(86371)03 de abril de 2025 - 03:58 p. m.
    Olegario, por error borré mi comentario. Ha lugar el que me hiciste. Saludos.
  • Gines de Pasamonte(86371)03 de abril de 2025 - 03:54 p. m.
    En ese orden de ideas, tanto Margarita Rosa de Francisco como Daniel Samper Ospina, están como los equinos: “herrados”.
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