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El São Paulo Fashion Week propone como tema central para la temporada Otoño-Invierno 2009 la alegría de los brasileños; para ello recurre y celebra con alegorías y una exposición la imagen de la icónica Carmen Miranda, actriz que en los años 40 triunfó en los Estados Unidos.
Sin embargo, esa alegría no parece reflejarse en los desfiles… La melancolía y la incertidumbre parecen ser la constante en un lugar que hace apenas unos meses organizó el primer encuentro para reflexionar sobre el lujo y su consumo en América Latina y que se prepara para abrir la primera tienda de Marc Jacobs en este lado del mundo.
Dice Oskar Metsavath en el texto que acompañó el desfile de su marca Osklen que “... el mundo está a la espera de una nueva dirección… el personaje que se destaque será un renacentista actual, mezcla de científico y artista, un humanista que refleje los nuevos tiempos y proponga…”. ¿Cómo traducir eso en un producto de moda? Es una pregunta que no vale la pena resolver en este espacio, lo que resulta interesante es que a esta breve reflexión de un ser humano creativo se suma la de otro diseñador, Ronaldo Fraga, quien hizo desfilar en su emotiva pasarela niños y ancianos. Ayer manifestaba: “Antes que de crisis económica, ¿por qué no hablamos de crisis humana, de crisis de lógica, de ética?… ¿Por qué no pensamos en humanizar la moda?”.
Y es que, a pesar de la democratización que ha sufrido la moda en las últimas décadas, ella ha sido, es y será una “tirana” que busca doblegar y triunfar sobre otros para someterlos. La propuesta de algunos sensatos como Fraga busca invertir la lógica del cambio que se halla implícita en el carácter estacional de la moda y procura hallar en la evolución mesurada de las formas en su producto, la fórmula que les permita a él y a los trajes que crea, sobrevivir a la simple práctica de usar y tirar que hasta hoy ha dominado la sociedad de consumo.
Osklen y Fraga proponen una manera de consumir más responsable, que va más allá de la acumulación, sobreproducción y contaminación de objetos. Para ello recurren a la creación de centros de investigación de materiales ecológicos (Osklen) o a proyectos de profunda responsabilidad social ligados a poblaciones en riesgo (Fraga) que antes que nada valorizan al otro.
Antes de que la ética fuese un concepto que estuviese de moda, ellos ya transitaban por ese camino y hoy obtienen resultados. Prueba de ello es que sus marcas se comercializan en E.U., Italia, Brasil, Japón y otros lugares del mundo.
