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Después de asistir al SPFW y a Colombiatex, es evidente que el futuro del mercado textil se erige sobre la innovación científica y técnica, y sobre los valores éticos.
Desde las lanas ecológicas de Fraga hasta las telas de Osklen (www.e-fabrics.com.br), la idea de la cultura del consumo consciente parece ganar adeptos y la sinergia entre biología, química, arte y moda parece aproximarse a los consumidores.
No se trata aquí de tomar partido acerca de las nuevas teorías que hablan del costo y el exagerado consumo de agua de los materiales ecológicos y que buscan más bien construir ideas de materiales desde lo sostenible; lo realmente extraordinario es ver cómo al alcance de todos es posible encontrar materiales que cambian de color al contacto con el cuerpo (Protela) o fibras que ayudan a evitar la celulitis (Rhodia) o que permiten al tejido respirar ( Lycra Free Fit de Invista).
El científico colombiano Juan Pablo Hinestroza, en el laboratorio de Nanotecnología Textil de la Universidad de Cornell, se dedica a realizar hallazgos en la nanoescala para producir fibras multifuncionales. Según Wikipedia, “un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro (10^(-9) metros). Para comprender el potencial de esta tecnología es clave saber que las propiedades físicas y químicas de la materia cambian a escala nanométrica, lo cual se debe a efectos cuánticos”.
De otro lado, en California los científicos de Genencor tratan de crear una alternativa más verde para el índigo químico al producir, a partir de bacterias, un ‘pariente’ químico que se convierte en índigo a través de ingeniería genética.
El diseñador holandés Jelte Van Abbema investiga la posibilidad de estampar telas con la acción de bacterias, lo que convierte el tejido en una pieza artística. Por el mismo camino marchan las exploraciones de estampas realizadas con frutas o “frottage” del colombiano Raúl Trujillo, o los textiles de algodón ‘vivos’ gracias a la acción de hongos, de la británica Donna Franklin (http://hautenature.blogspot.com/2006/12/donna-franklin-funghi-art.html). Aunque aún está en proceso experimental, pues debe permanecer húmedo para no quebrarse, el australiano Gary Cass desarrolló un vestido a partir de la fermentación del vino tinto (http: //bioalloy.org/o/projects/microbe.html).
Suzanne Lee creó una chaqueta estilo vaquero a partir del cultivo de bacterias de celulosa que más tarde tiñó con índigo natural (www.biocouture.co.uk) y algunas marcas ya emplean tinturas naturales para sus textiles o sus prendas. La imaginación no se detiene. ¿Cuántas de estas propuestas llegarán al mercado?... está aún por verse. Sin embargo, ferias, pasarelas y exposiciones de arte son cada vez más una ventana al futuro.
(Agradecimientos especiales a Tavex).
