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Un garante de paz que tortura

Julio Borges
27 de septiembre de 2022 - 05:05 a. m.

Si hace unos años alguien hubiera dicho que Venezuela iba a escribir su nombre en las páginas de más sangrientas de la historia de América Latina, todo el mundo hubiera dicho eso es imposible. Si alguien hubiera advertido que el proyecto chavista culminaría en un episodio de dictadura, con un expediente de crímenes de Lesa Humanidad y un fuerte componente de crimen organizado, todo el mundo hubiera saltado y dicho eso no es posible. Si alguien hubiera adelantado que en Venezuela se iba a recrear el relato de torturas, tratos crueles y persecución que muchos latinoamericanos conocieron de primera mano y que los obligó a buscar refugio en otras latitudes, hasta los más pesimistas hubiera dicho imposible. El escepticismo con el caso venezolano era normal, pues nadie, ni en sus peores pensamientos, se pudo imaginar que un sistema totalitario como el que vivimos se podría instalar en el corazón de América, menos en el siglo XXI y menos todavía en un país que era ejemplo de convivencia democrática para el mundo. Pero para sorpresa de muchos ha ocurrido y, lo que es todavía peor, cada vez perdemos la capacidad de asombro ante la ignominia a la que han llegado quienes secuestraron el poder en Venezuela.

 

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