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El ambientalismo le debe mucho al liberalismo colombiano.
Sin embargo, en la actualidad son los principales columnistas liberales, los economistas, los que escriben en contra de lo que llaman ambientalismo radical o ambientalismo fundamentalista, sin darse cuenta de que al hacerlo ellos mismos están defendiendo un fundamentalismo, el neoliberal, y un radicalismo, el liberalismo manchesteriano.
Estas contradicciones me llevan a recordar algunas de las posiciones y actuaciones de eminentes liberales colombianos que han ayudado a mejorar el ambiente en Colombia construyendo un pensamiento y una institucionalidad única en el continente. Me refiero a Tomás Rueda Vargas, Agustín Nieto Caballero, Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen, Virgilio Barco Vargas y César Gaviria.
Don Tomás y don Agustín generaron una posición educativa precursora en Colombia por su insistencia en promover el conocimiento, el amor y la protección de la naturaleza. Las posiciones de estos dos grandes educadores eran liberales ontológicas, éticas y estéticas, o sea, filosóficas, más que políticas o económicas.
Carlos Lleras Restrepo creó el Inderena en su reforma de 1968, la primera institución que en América Latina manejó integralmente el patrimonio ecológico de la Nación. Alfonso López Michelsen aprobó la creación de más de quince parques y reservas naturales nacionales y revisó y firmó el Código de Recursos Naturales y Protección al Medio Ambiente, el primero en el mundo que incluyó los conceptos ambientales en la legislación. Alberto Lleras Camargo fue el primer escritor público que en El Espectador celebró la existencia del código y recomendó su inmediata aplicación en la sabana de Bogotá y en sus cerros titulares.
Virgilio Barco Vargas, además de crear varios parques nacionales, generó la que ha sido calificada como la reforma agraria de mayor importancia cultural y ecológica: la creación masiva de resguardos indígenas en una porción muy importante del territorio de Colombia. César Gaviria, en medio de todo el entusiasmo neoliberal, fue capaz de promover y apoyar hasta su aprobación la Ley 99, que creó el Ministerio del Ambiente y el Sistema Nacional Ambiental.
Estos pioneros liberales, educadores y estadistas establecieron los principios institucionales que hoy se critican desde el liberalismo económico. En sus palabras y hechos deberían inspirarse los candidatos a senadores y representantes para establecer la agenda ambiental en el Congreso.
Julio Carrizosa*
