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Ambientalistas y desarrollistas

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Julio Carrizosa Umaña
27 de octubre de 2014 - 03:00 a. m.
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Los ambientalistas nos diferenciamos de los desarrollistas en la forma en que vemos al mundo, por eso son tan difíciles nuestras negociaciones cuando se logra establecerlas. Sin embargo, hay algunos puntos en los que podríamos coincidir, como trataré de explicar en esta columna.

Los ambientalistas nos caracterizamos por darnos cuenta de las interrelaciones que existen entre las personas, las demás especies y las cosas, incluida la economía. Algunos muy perspicaces ven y consideran las interrelaciones que se expresan por una mueca, por un gesto, por un apretón de manos.

La ciencia más importante para nosotros es la ecología, ciencia relativamente nueva, que data de mediados del siglo XIX y se dedica a conocer las interrelaciones entre los organismos y su entorno. Sabemos, por experiencias de campo, que hay discontinuidades en casi todas las interrelaciones; discontinuidades que pueden manifestarse en el tiempo y en el espacio, y por eso es tan difícil identificar los impactos que causan en el ambiente los nuevos proyectos.

Creo, por lo que se sabe de las teorías que están detrás del comportamiento de los desarrollistas, que a ellos también les interesan las interrelaciones. De hecho, los modelos que se han construido desde mediados del siglo XX para tratar de inducir y manejar los procesos de desarrollo tratan de simular interrelaciones entre las personas y entre las personas y las cosas.

También estoy seguro de que los desarrollistas admiten que hay discontinuidades, entre ellas las crisis económicas, los estados de inflación y de deflación, las diferencias entre los procesos de desarrollo de países vecinos, etc. El desarrollismo se apoya en la economía, que sólo tiene unos cien años más que la ecología y es mucho más joven que la física y que las matemáticas. También los desarrollistas saben, por experiencia propia, cómo es de difícil conocer los impactos que en el mundo real produce un nuevo proyecto.

Creo que la diferencia principal en este punto —hay otros— es la definición de las cosas interrelacionadas con las personas y la omisión de las demás especies en el pensamiento desarrollista. Se puede, entonces, hacer una invitación a los especialistas colombianos que elaboran los planes de desarrollo. ¿Podrían considerare modelos más amplios que incluyeran cosas interrelacionadas con las personas pero diferentes a los billetes de banco? ¿Podrían incluir en sus modelos la complejidad biótica y abiótica de los ecosistemas en donde tratan de lograr el “desarrollo”?

Julio Carrizosa Umaña *

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