El empleo digno es un indicador ambiental fundamental y la minería no lo suministra en cantidades proporcionales a la riqueza que se exporta y al patrimonio ecológico que se destruye.
Por eso la extracción de carbón y oro no son actualmente un aporte al desarrollo sostenible del país.
Los tratadistas que han estudiado las teorías de desarrollo sostenible han indicado claramente que en el caso de los recursos naturales no renovables la pérdida irreversible de ese capital natural sólo puede compensarse construyendo otros tipos de capital.
Para el caso de la extracción de carbón, petróleo y gas, la recomendación que dan los especialistas es aumentar la inversión en investigación y desarrollo de fuentes limpias de energía usando los recursos públicos de regalías e impuestos y promoviendo que las compañías extractoras reinviertan sus ganancias en industrias que constituyan capitales productores de empleo.
En el caso colombiano, estas recomendaciones teóricas no se han seguido, a pesar de que los procesos de pérdida irreversible de capital natural se han acelerado. Son muy pocos los casos en los que los recursos producidos por la minería se han reinvertido para crear empleo. La historia de las regalías nos conducen a creer que, al contrario de lo que aconsejan la teoría y el sentido común, gran parte de la porción de estos recursos se ha perdido. En el caso del oro colombiano, la compensación de la descapitalización es más difícil ya que tradicionalmente su extracción artesanal constituía el único patrimonio al que podían acceder decenas de miles de familias pobres.
La operación de la nueva Ley de Regalías y el nuevo control de la extracción minera no parecen indicar que las decisiones que se toman estén relacionadas con la necesidad de detener o de compensar los procesos de descapitalización inherentes a la extracción de minerales, petróleo y gas, menos aún que compensen la pérdida de acceso al oro como mecanismo de capitalización de los pobres o como reservas de capital natural fácilmente convertibles para solucionar problemas públicos. En el departamento del Magdalena todos los recursos de la regalías se dedicarán a la construcción de una carretera cuyo trazado y utilidad son dudosos y en el Bajo Cauca los ilegales introducen retroexcavadoras gigantescas para recoger el poco oro que queda en las vertientes.
Julio Carrizosa Umaña*
