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Ambiente y empleo II

Julio Carrizosa Umaña

06 de julio de 2014 - 09:00 p. m.

En el posconflicto hay partes del pensamiento ambiental que podrían generar empleo productivo; me refiero a las cuestiones relacionadas con la belleza de la naturaleza, con la diversidad biológica, con la limpieza de la industria, con la alimentación sana y con la sostenibilidad de las ciudades.

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En los últimos años el Estado ha tratado de promover estos temas, sin lograr obtener reacciones adecuadas en los empresarios, en las finanzas o en el mercado; varias de las industrias que se iniciaron bajo la consigna de participar en los mercados verdes fracasaron al poco tiempo por diversas razones, nunca el sector financiero ha querido arriesgarse en negocios nuevos que tengan el sello ambiental, en los grandes mercados de alimentos los orgánicos apenas ocupan espacios pequeñísimos, el ecoturismo no despega a pesar de que se han concesionado algunas de las partes mejores de las áreas protegidas, las ciudades continúan creciendo sin límite, urbanizando las mejores tierras, conformando tugurios y guetos.

Es posible que hayan sido la guerra y la corrupción generada por el narcotráfico las que hayan impedido la aplicación de las ideas ambientalistas en este difícil campo de la economía verde. Los ambientalistas que hemos sido capaces de impulsar cambios fundamentales en la actividad del Estado y que hemos tenido logros sensacionales, como la construcción del sistema de Parques Nacionales en medio de la guerra, del narcotráfico y la corrupción, que hemos conformado ya miles de grupos de investigación y cientos de organizaciones no gubernamentales de trabajadores sociales, recicladores, defensores de animales, observadores de aves, ciclistas urbanos, jardineros, caminadores, escaladores de montañas, cultivadores orgánicos, defensores y restauradores de regiones enteras, es posible que en la paz tengamos oportunidades más amplias para intervenir en la vida económica y para transformarla.

Algunos somos ya demasiado viejos para esta nueva tarea, pero estoy seguro, porque lo veo en las reuniones de las bases ambientales, de que ya existe una generación de jóvenes capaces de construir una economía socioecológica en el país más biodiverso y complejo del planeta. Una economía social y ecológica en la que se planifiquen y construyan decenas de pueblos sostenibles en lo ecológico y lo económico, modelos de manejo del paisaje, de belleza arquitectónica, de urbanismo racional, de viviendas dignas, de eficiencia e integralidad en el uso del agua, de empleo de energías renovables y de reciclaje de residuos, rodeados de industrias limpias y de cultivos orgánicos. Ese podría ser nuestro aporte al bienestar de la Nación en el posconflicto. 

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