En el Foro Mundial de Medellín, uno de los expertos invitados dijo que Nueva York no es sostenible y dejó en tinieblas a la mayoría de quienes hablan en Colombia de sostenibilidad. ¿Cómo es posible que no sea sostenible la mayor fábrica urbana de megamillonarios? ¿La del Central Park? ¿La del Metropolitan? ¿La del Village? Entonces, ¿hacia dónde deben ir los urbanistas locales que tratan de enrumbar a nuestras ciudades pobres y feas?
Hasta donde se entiende de la crónica periodística, el experto adujo la falta de equidad en esa ciudad como argumento principal y dio ejemplos de las dificultades económicas que sufren los pobres neoyorquinos junto a las extravagancias de los recientemente enriquecidos en esa urbe, tan proclive históricamente a los excesos del lujo. Ese argumento suele desconocerse en los análisis de quienes no profundizan en el concepto de sostenibilidad, tal vez porque en la definición inicial no quedó clara la importancia de las diferencias y las interrelaciones entre la equidad con las generaciones futuras y la equidad dentro de cada generación. La preocupación inicial fue que nuestros hijos y nietos pudieran tener, por lo menos, el mismo capital natural para solucionar sus necesidades, que se pudiera seguir pescando, que la madera no se agotara, pero pronto se anotó que era más grave que hoy gran parte de la población del planeta no pudiera gozar ni de la pesca ni de la madera. Si esa injusticia actual no se solucionaba, buscar la equidad con las generaciones futuras podía ser un imposible técnico y era, sin duda, una falacia.
La solución de ese dilema ético es lo que hoy genera en todo el mundo el movimiento de justicia ambiental, concepto que está en el fondo del informe reciente que nos coloca de segundos, después de la India, en la lista de los países con más conflictos ambientales. El POT de Bogotá Humana, al tratar de integrar socialmente a los bogotanos en el área del centro ampliado, buscaba disminuir la injusticia ambiental urbana de la capital, posiblemente mayor que la existente en Nueva York, ya que no tenemos todavía un gran parque urbano, ni un metro, ni grandes barrios culturales ni universidades gigantescas en donde se encuentren y dialoguen ricos y pobres. Solo nos encontramos, y eso de paso, en la ciclovía de los domingos y las salas de espera de las EPS.
Por eso fue tan importante el Foro Mundial, por hacernos ver que el camino que tenemos por delante para lograr ciudades sostenibles tiene que pasar por los ámbitos de la justicia y la integración social.
*Julio Carrizosa Umaña
