Competitividad y productividad en el trópico I

Julio Carrizosa Umaña
08 de noviembre de 2018 - 02:00 a. m.

La mayoría de los economistas todavía no consideran en qué parte del planeta viven y persisten en sus recomendaciones globales tradicionales para aumentar la productividad y ser más competitivos.

Esto sucede porque continúan aferrados a lo que escribió Smith o Marx o Lenin o Schumpeter sin tener en cuenta las circunstancias de tiempo y lugar en las cuales vivieron esos extraordinarios líderes de la humanidad.

En la coyuntura actual de Colombia surge nuevamente el tema de la baja productividad y la falta de competitividad de nuestras actividades productivas.

No hay directivo gremial que no insista en que si el IVA aumenta el precio de sus productos, se reducirán sus ventas y en que sus actividades se tornarán imposibles si no se les protege de lo que se produce en Oceanía, Asia, Europa o Estados Unidos.

Incluso productores tropicales tradicionales, como los de café, azúcar y arroz manifiestan su alarma y tratan por todos los medios de conservar las circunstancias económicas que hasta ahora les han permitido enriquecerse. Por su parte, los gremios industriales insisten en la necesidad urgente de bajar los impuestos.

Solamente mineros y petroleros aprueban la persistencia de una economía extractiva. Los nuevos éxodos masivos de pobres confirman la extrema gravedad de la situación.

A estas quejas, muchas justificadas, los economistas y los funcionarios contestan con recetas desarrollistas abstractas, con fórmulas matemáticas o con discursos ilustrados que repiten desde hace años.

Cuando se habla de la necesidad de tener en cuenta las realidades de la geografía y la historia del país, surgen nuevamente las ideas que desde principios del siglo anterior se repiten acerca de la inexistencia de determinismos geográficos o históricos, sin tener en cuenta que han transcurrido más de cien años desde que estas fórmulas se han aplicado en los países tropicales sin que ninguno, a pesar de su servilismo mental colectivo, haya logrado competir con los sistemas productivos de los países que gozan del clima templado.

El voluntarismo histórico todavía nubla nuestros cerebros. Un nuevo profeta judío, Harari, reflexiona: “Quizá los humanos deban renunciar a la idea única de un relato global”. Ojalá a él sí le crean.

Miembro de Paz Querida y Futurible

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