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La triple crisis global estalló en octubre del 2019 inclusive en los países en donde se inventaron la economía, la ecología y la sociología; en los países estrella del neoliberalismo, en aquellos que deberían haber sido ejemplo del socialismo del siglo XXI, en aquel en donde se crearon los primeros parques nacionales. En Inglaterra, en Francia, en los Estados Unidos, en Venezuela, en Chile son los jóvenes los que les dicen a los viejos pensadores y a los maduros funcionarios que ya no aguantan más esos modelos económicos y políticos que los llevan a la violencia después de pasar por la amargura y la desesperación. Ellos se han dado cuenta de que ni las manos invisibles en los mercados ni las dictaduras de los proletarios han logrado el buen vivir de todos y sienten que es el planeta el que más ha sufrido de la aplicación de ambos modelos.
Edgard Morin, el primero que alertó acerca de las consecuencias de vivir en el paradigma de la simplicidad, deber estar regodeándose pero también sufriendo por no haber sido escuchado cuando explicó la gravedad del predominio de la reducción, la disyunción y la abstracción en el pensamiento actual; la reducción de la humanidad al dinero y al poder, la disyunción entre buenos y malos, la abstracción de la realidad en titulares, frases hechas y ecuaciones matemáticas. Esos tres procesos que rechazan la complejidad de la realidad están conduciendo la destrucción de lo humano y a la modificación fatal del planeta en donde vivimos.
Colombia ha sido víctima de estas simplificaciones ideológicas desde hace más de cien años y tal vez por eso se ve hoy, por un instante, como una sobreviviente sin que se recuerde que fue aquí en donde la enseñanza de las ideas de Bentham y Smith fundamentaron guerras civiles, en donde el Banco Mundial financió por primera vez las ideas desarrollistas de Shumpeter y en donde los jóvenes rebeldes crearon tres guerrillas para tratar de implantar stalinismos, castrismos y maoísmos.
Hoy todavía son esas simplificaciones ideológicas de los clásicos —los marxistas, los desarrollistas, los nuevos socialistas y los neoliberales— las que nuevamente están tratando de llevarnos a la guerra. En los medios y en las redes sociales brotan las viejas ideas, ahora en labios de neopensadores que tratan de hacernos olvidar que los humanos además del poder y del dinero también deseamos otras cosas, las que tienen que ver con lo ético, lo estético, lo sensorial y lo cognitivo.