Es posible que el realismo ambiental ayude a construir consensos en La Habana y facilite la aprobación de una mayoría de los colombianos.
Hasta ahora las discusiones han sido políticas y económicas y es lógico que así hayan sido, pero los humanos respondemos también a otros objetivos y actuamos en un contexto ambiental.
Introducir en las discusiones los otros objetivos del comportamiento humano y recordar que se está actuando en un ambiente ecológico, económico, social y cultural específico no es fácil, porque las razones del conflicto se han construido desde lo económico y lo político y las discusiones han sido guiadas por modelos económico-políticos muy reducidos que siguen las ideas de los pensadores responsables de la definición actual del marxismo-leninismo y del neoclasicismo económico. En esos modelos se ha simplificado la realidad. Esas simplificaciones en lugar de facilitar la paz la están alejando.
Sería necesario inducir una reflexión en la cual se recuerde que los objetivos de las personas y las organizaciones que participaron en el conflicto y las metas de quienes tienen que firmar los acuerdos y aprobarlos no estaban, ni están, guiados únicamente por consideraciones políticas y económicas y no actuaban, ni actúan, en el vacío sino, como humanos y obras humanas, tenían y tienen en cuenta también lo ontológico, lo sensorial, lo ético, lo estético, lo cognitivo, lo sagrado, y actuaban y actúan en un instante histórico y en escenarios ecológicos determinados. Los actores del conflicto y quienes debemos terminarlo no solo buscamos el poder y el dinero. Quienes firmen la paz y los que la aprueben somos, también, buscadores de justicia, de compasión, de alegría; personas que vivimos en un país dado.
Reducir la realidad a unas pocas variables condujo al fracaso estalinista y está gestando la invalidación de los modelos económicos neoclásicos. La responsabilidad del ambientalismo consiste en recordar que la humanidad responde también a otras realidades.
*Julio Carrizosa Umaña