El ambiente universitario

Julio Carrizosa Umaña
14 de noviembre de 2019 - 03:21 a. m.

En la UAO de Cali, la Red de Formación Ambiental reunió el Cuarto Congreso de  Ciencias Ambientales, donde se recibieron 208 ponencias y hablaron varios de los grandes pensadores ambientales latinoamericanos: Margarita Marino de Botero, Arturo Escobar, Enrique Leff y Germán Poveda. Todo sucedió en la paz de los espíritus a pesar de las guerras del pensamiento y de la horrenda cercanía a la pobreza de la ciudad y a la violencia del Cauca y del Pacífico.

¿Significa este evento que las universidades están cada día más alejadas de la realidad nacional? Al contrario, todos los que estuvimos presentes y casi la totalidad de los expositores hablamos y pensamos constantemente, durante esos tres días, acerca de la situación de Colombia; la diferencia fue que no solo lloramos, no solo consideramos a Colombia como una víctima del narcotráfico, de las manos invisibles y de las violencias y dictaduras de los ricos y los proletarios.

También varios expusieron las posibilidades de que las experiencias colombianas, las malas y las buenas, fueran en el futuro fundamentos para encontrar soluciones en toda América Latina, pero, como insistieron Leff y Escobar, siempre y cuando nos alejemos del pensamiento eurocéntrico y comprendamos nuestra propia vida diseñada y construida lentamente sobre nuestros propios saberes tropicales, hoy afortunadamente vigentes en procesos de rescate, como la adopción del concepto de “diseño como praxis de construcción del mundo”, en el cual ya trabajan pensadores unidos a las comunidades como el gran colombiano Arturo Escobar.

Claro está que lloramos cuando escuchamos la experiencia del regreso de los que huyeron, ahora trabajan con los que se quedaron y hoy viven en la angustia y el desamparo, pero también sonreímos entusiastas escuchando el relato de Margarita acerca de cómo se conformó esa Red y cuántos investigadores jóvenes han encontrado en el Congreso de Ciencias Ambientales el espacio adecuado para exponer sus proyectos, gracias al empeño exitoso de precursores como José A. Lozano y Álvaro del Campo Parra, pero, sobre todo, confieso que gozamos.

Gozamos del ambiente universitario, de ese ambiente físico e intelectual que hoy es el nuevo refugio de los jóvenes que huyen de la violencia y de la pobreza, y gozamos pensando que para que Colombia fuera solución y no solo la víctima bastaría abrir completamente las universidades a la juventud, como lo han hecho ya algunas con sus propios recursos.

*Miembro de Paz Querida.

 

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