Los ambientalistas complejos insistimos en que los graves problemas de desempleo y falta de equidad no se pueden solucionar aumentando la producción agrícola. Esa insistencia no es dogmática, emerge cuando se consideran las características de los ecosistemas y la historia de su manejo, su productividad y su deterioro.
Los dogmas de la izquierda y de la derecha insisten en que esas características y esa historia pueden desdeñarse si se usan nuevas tecnologías y si se cambian los patrones de la propiedad rural; hay consenso en la izquierda y en la derecha en el optimismo tecnológico y hay divergencias de fondo en la definición de las características óptimas de la propiedad.
Los ambientalistas complejos consideramos que la realidad de la geografía y de la historia productiva debe considerarse como un todo integral, estructural y funcional, y que de esa consideración surgen dudas graves acerca de la posibilidad de generar tecnologías que modifiquen significativamente la situación actual. Esa posición nuestra, que podría llamarse pragmática, se enfrenta a dos optimismos sin límite. El de la derecha es coherente con el extractivismo neoliberal-populista, que dizque ha funcionado en las empresas agrícolas de Brasil y de Argentina, y el de la izquierda tiene raíces en las posiciones agraristas que durante muchos años han considerado que una reforma en la propiedad de la tierra podría significar también un gran aumento de la producción. Nosotros pensamos que estos dos proyectos productivos son dogmáticos y no coinciden con la realidad colombiana.
El dogma subyacente en ambos se construye a partir de un optimismo tecnológico ilimitado que no reconoce ningún obstáculo. Para ese dogma siempre, en cualquier lugar del planeta, los inventores, los tecnólogos y las casas productoras de agroquímicos y de equipos, o los mismos campesinos y empresarios, podrán solucionar cualquier problema productivo surgido de las características de los suelos, de la variabilidad del clima, de la escasez o abundancia de agua o de la presencia de plagas. El dogma incluye una elasticidad positiva completa de los paquetes tecnológicos ante cualquier variación del entorno. La técnica siempre salvará inmediatamente la situación, sin importar los cambios en los ecosistemas, los mercados o las sociedades. El ambientalismo complejo insiste en que el buen vivir en el campo está ligado a su estructura ecológica y sociocultural.
