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El buen vivir en Colombia (I)

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Julio Carrizosa Umaña
20 de mayo de 2015 - 03:45 a. m.
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En uno de los textos escritos en La Habana se establece que el objetivo de la Reforma Rural Integral deberá ser avanzar hacia el buen vivir. Conviene entonces divulgar los alcances de ese concepto.

Tres pensadores latinoamericanos: el brasileño Leonardo Boff, el mexicano Enrique Leff y el uruguayo Eduardo Gudynas, se han encargado de analizar estas ideas, que por primera vez aparecieron en textos constitucionales en el Ecuador y en Bolivia y que emergen de las experiencias de vida de las mayorías indígenas que persisten en esos dos países.

Para Boff, “El ‘vivir mejor’ supone una ética del progreso ilimitado y nos incita a una competición con los otros para crear más y más condiciones para ‘vivir mejor’. .. Sin embargo, para que algunos puedan ‘vivir mejor’, millones de personas han tenido que vivir mal. Por el contrario, el ‘buen vivir’ apunta a una ética de lo suficiente para toda la comunidad y no solamente para el individuo. El ‘buen vivir’ supone una visión holística e integradora del ser humano, inmerso en la gran comunidad terrenal, que incluye no sólo al ser humano, sino también el aire, el agua, los suelos, las montañas, los árboles y los animales; es estar en profunda comunión con la Pachamama (Tierra), con las energías del Universo, y con Dios”. Para Leff, “la difusión del imaginario del ‘vivir bien’ no solo pretende mostrar al mundo que otros modos de vida son posibles… el imaginario del buen vivir propone otra comprensión del mundo”. Para Gudynas, “ es un concepto plural, en construcción, intercultural… todo esto hace que el buen vivir exprese una alternativa al desarrollo”.

En Colombia el concepto coincide con el aumento del área de los resguardos indígenas, con el establecimiento de las propiedades colectivas de los afrodescendientes, con la creación de parques nacionales y con tendencias culturales que lentamente disminuyen los traumatismos causados por guerras y corrupciones, pero contradice dos procesos dominantes; el orientado por la corriente principal de la economía hacia el aumento del Producto Nacional Bruto y el que amalgama el poder político con la violencia y el enriquecimiento ilegal. Ambos procesos tratan de convencer a los ciudadanos de que el objetivo principal de sus vidas es el aumento del consumo y lo hacen con mucho éxito. Por eso la aparición en escena del buen vivir sorprende y esperanza, porque significa apartarse de dogmas de derecha y de izquierda, pero también hace recordar las enormes dificultades que tendrá su aplicación. 

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