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El país complejo

Julio Carrizosa Umaña

04 de noviembre de 2013 - 06:00 p. m.

Los ecosistemas nuestros, más 45 millones de colombianos que los habitamos, constituyen el país real, pero esa realidad hay que unirla a las imaginaciones de todos nosotros para comprender lo que nos sucede.

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Como en las matemáticas, lo complejo es la suma de lo imaginario más lo real; la complejidad del país es incomprensible si no tenemos en cuenta las raíces, la diversidad y la fuerza de las ilusiones de sus ciudadanos.

Uno de los problemas fundamentales radica en la falta de consideración de la fuerza de esas uniones entre lo imaginario y lo real; otros graves problemas surgen de la simplicidad de la organización jerárquica y cognitiva de la sociedad colombiana. Son pocos los que deciden, hay pocas interrelaciones entre ellos y el resto de los ciudadanos; el conocimiento científico y tecnológico es escaso y está mal repartido.

El origen europeo de los imaginarios de las clases dirigentes, su poca consideración del conjunto de ecosistemas en que vivimos, su ignorancia o desprecio de los factores físicos, químicos y bióticos, no humanos, que caracterizan el país, disminuyen las posibilidades de prosperidad nacional. Esa ceguera ambiental, ese pretender reencontrar o construir en América los ecosistemas europeos, fueron los que guiaron los patrones de poblamiento del país, patrones que hoy dificultan extraordinariamente la competividad económica de la industria, como lo acaba de reconocer, tardíamente, el estudio del BID titulado Muy lejos para exportar.

Ese ideario se refuerza hoy en Colombia desde los dos extremos de la política; en la derecha el modelo neoliberal, en la izquierda el marxismo-leninismo. Las dos corrientes en Colombia sobreviven esquematizadas, lejanas de las precisiones de sus fundadores; esas simplificaciones coinciden aquí en su falta de consideración de variables ecológicas, para ellos los ecosistemas son despreciables. Los dos grupos de pensadores dominantes son pequeños, unos pocos cientos de políticos, comandantes, profesores y escritores, pero su influencia en lo que sucede en el país es gigantesca y dramática.

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Una posibilidad de contrarrestar o por lo menos equilibrar la enorme influencia de los dos grupos encontrados podría ser el surgimiento, desde las ciencias y las tecnologías y desde el saber popular, de otras formas de ver la realidad y su futuro. La complejidad de la situación sólo puede afrontarse con complejidades mayores, con el diálogo múltiple y con las sinergias resultantes.

 

 

*Julio Carrizosa Umaña

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