Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Los mejores suelos del país, los que según la FAO iban a salvar al planeta de la hambruna futura, están siendo sellados para siempre por la urbanización o destruidos completamente por las retroexcavadoras. Las planicies que antes alimentaban pueblos y ciudades están ahora cubiertas de casas, avenidas, centros comerciales, bodegas, fábricas, escombros urbanos y hasta edificios de apartamentos. Las vegas de los ríos que alimentaban regiones enteras están siendo desplazadas para extraer oro, gravillas y arenas.
Un buen suelo, fértil, plano y profundo, es un microecosistema irreemplazable en donde interactúan minerales, aguas y organismos vegetales y animales. Si se altera, su estructura solo puede renovarse en cientos de años; en Colombia quedan pocas hectáreas de estos suelos.
Según el último estudio, publicado por el IGAC, el Ideam, el Instituto Humboldt, el Sinchi, Corpoica, Incoder y el Servicio Geológico Colombiano bajo los auspicios de los ministerios de Ambiente, Vivienda y Agricultura, de los mejores suelos del país, los molisoles, sólo quedan 1’750.000 hectáreas en la región Caribe y en el Valle del Cauca; de los suelos llamados histosoles, con alto contenido de materia orgánica, sólo hay aproximadamente 360.000 hectáreas en las zonas altas de Cundinamarca, Boyacá y Nariño. En las vertientes, los suelos que sustentaron la producción de café, todavía cubren casi siete millones de hectáreas pero, después de la destrucción de los sombríos, su fertilidad ha descendido debido a intensos procesos de erosión pluvial y eólica.
Esos nueve millones de hectáreas, dos planas y siete inclinadas, son el patrimonio ecológico principal del país, pero poco se hace para proteger su integridad. Según el Artículo 313 de la Constitución Política, es función de los concejos de los municipios y los distritos proteger ese patrimonio y de acuerdo con la ley 388, esto podría hacerse en los procesos de ordenamiento del territorio. Sin embargo, las urbanizaciones continúan sellando los suelos y las retroexcavadoras funcionan en todo el territorio. Algunas corporaciones regionales han declarado Distritos de Conservación de Suelos, pero solo unos pocos se refieren a los suelos planos o a las vegas y laderas de mayor productividad natural, áreas que se han dejado al capricho de los mercados de vivienda y de extracción minera. Si pensamos en el campo como solución económica y social, algo debería hacerse rápidamente para mejorar estas situaciones.
