Estar en paz con la naturaleza significa estar en paz con nosotros mismos. Fue Gloria Valencia de Castaño quien acuñó la frase y se la regaló al Inderena, el instituto creado por Carlos Lleras Restrepo para desarrollar los recursos naturales renovables.
Bajo este lema, ese instituto prohibió en la navidad de 1973 recoger musgo en los cerros, practica que era común para “vestir” los pesebres. Eran tiempos diferentes; no nos imaginábamos que pocos años después el gobierno ordenaría esparcir veneno sobre los parques nacionales. Nos reíamos un poco de los amigos que empezaban a fumar marihuana o a aspirar cocaína pero mientras tanto unos pocos jóvenes se graduaron arrojando los primeros bultos de la hoja dorada en territorio norteamericano y le dieron ejemplo a los desquiciados que soñaban con ser multimillonarios a todo costo, incluido el de convertirse en asesinos.
Tal vez lo que sucedió y lo que está sucediendo, tiene que ver con ese sentirse fuera de la naturaleza que es tan común en la cultura occidental. Ese soñar que los humanos no somos naturales, que pertenecemos a una estirpe diferente de todo lo viviente y que podemos, entonces, declarar la guerra o la paz al resto del mundo. En ese proceso de diferenciación hemos llegado a extremos increíbles; en algún momento sabios europeos dudaron de la humanidad de todo el que tuviera la piel de un color diferente, todavía maneras y riquezas refuerzan ese sentir; son millones los habitantes del planeta a quienes unos pocos consideran diferentes; tan diferentes que no son “gente” como se dice en algunos círculos colombianos, o son explotadores, o capitalistas, o burgueses, o negros, o indios, o turcos, o judíos, o adictos, o lobos, o maleducados… La diferenciación es infinita en el pensamiento de aquellos que han sido adiestrados desde pequeños en el odio a los otros.
Hoy, después de otros veinte años de guerra, no solo a la fauna y a la flora sino a todos los que son diferentes a nosotros mismos, deberíamos estar suficientemente maduros para comprender lo que realmente significa una navidad en paz con la naturaleza. Sin embargo, aunque ya casi estamos de acuerdo en proteger a las otras especies, todavía hay demasiados que no entienden que estar en paz con ella, con la naturaleza, significa no hacer la guerra a los humanos que piensan otras cosas o son diferentes a nosotros mismos. Tal vez sea tiempo de lanzar nuevamente el lema de Gloria pero esta vez con explicaciones previas.
* Julio Carrizosa Umaña