Poder, dinero y ambiente

Julio Carrizosa Umaña
18 de junio de 2018 - 03:52 a. m.

Cuando los candidatos a la Presidencia de la República insisten en reducir la realidad a lo económico y lo político, en dividirnos entre buenos y malos, y en abstraer lo concreto en frases hechas con tres palabras o en titulares llamativos, los que nos llamamos ambientalistas tenemos la obligación de hacerles ver que están olvidando la complejidad de los seres humanos despreciando las historia de los colombianos y que, sobre todo, están ignorando las características especiales del territorio físico y biológico en donde vivimos.

Lo que pasó en esta campaña es otra prueba de que, como dice Edgard Morín, el filósofo francés, vivimos en el paradigma de la simplificación, debido al dominio en nuestro pensamiento de los procesos de reducción, de disyunción y de abstracción. La complejidad de la realidad colombiana la reducimos dando prioridad a las visiones apoyadas en sólo dos aproximaciones teóricas, la economía y la política, a las cuales es ya muy difícil llamarlas ciencias debido a sus fracasos continuos, marcamos a nuestros conciudadanos con sólo dos rótulos, buenos o malos, y eliminamos de nuestro saber cualquier relato que sobrepase unos pocos caracteres.

En este proceso de simplificación de la realidad desaparece, como decía alguien, todo lo que hace que valga la pena ser humano. También se oscurece en nuestras mentes todo lo que nos preocupa como ambientalistas, nuestras estrechas interrelaciones de respeto con los congéneres, con las otras especies y con los ecosistemas que conforman el planeta en que vivimos. Estos procesos puede que no sean, a la corta, importantes en el mundo del dinero o en el del poder, pero son de graves consecuencias en nuestro país, como lo explico en mi libro Colombia compleja. Por eso es que varios votaremos en blanco.

Es posible que en este llamado al reconocimiento de la complejidad de la realidad no estemos tan solos como parece; pienso en los más de 16 millones de colombianos que nunca han votado y en los cuatro millones que acompañaron a Fajardo. No aspiro que todos ellos sean ambientalistas, pero sí pienso que es muy probable que muchos de ellos se hayan apartado de la política y mantengan sólo interrelaciones de sobrevivencia con la economía debido a experiencias semejantes a la que estamos viviendo desde mayo. Es posible que en las experiencias personales de estas personas el robustecimiento de los saberes múltiples, del amor al prójimo, de la belleza, de la amistad, de la invención, de la educación, de la convivencia, de lo sagrado y también de lo sensual los capacite para dar ejemplo de humanidad en el próximo cuatrienio.

 

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