Problemas y oportunidades en el Censo

Julio Carrizosa Umaña
12 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.

“No seremos 50 millones de habitantes”, declara Juan Daniel Oviedo, el nuevo director del DANE, confirmando algo que se rumoraba desde hace semanas. El Censo ha cubierto ya más del 90 % del territorio, pero no ha encontrado sino 38 millones de habitantes. Si el promedio sigue igual, la población de Colombia apenas pasará de 43 millones, sólo unos cientos de miles más que los censados hace 13 años.

Desde el punto de vista ambiental, esa puede ser una buena noticia y abre algunas oportunidades imprevistas, pero el mismo director del DANE apunta algunos problemas graves, la mayoría referentes al sistema pensional y al cuidado de los adultos mayores, gastos que irán aumentando según envejece un porcentaje mayor de la población. Los adultos mayores de 60 años pasaron de ser el 3,98 % de la población a ser el 9,23 %, la mayoría mujeres.

Lo que todavía no nos dice el DANE es cuántos jóvenes en edad de trabajar todavía viven en Colombia, ni con cuántos niños contamos para que en el futuro sostengan a sus padres. Según la información, esas cifras varían mucho de departamento a departamento. En el Quindío y en Caldas, el Índice de Envejecimiento es mayor al 69 %, mientras en el Vichada y el Amazonas es menor al 15 %.

Tampoco dice el DANE por qué ha sucedido esto, pero es muy probable que la disminución de la natalidad tenga relación con lo que ha pasado durante los últimos treinta años, o sea, con la situación de enfrentamientos violentos, de desplazamiento, de corrupción, de narcotráfico, de pobreza y de inequidad, características sociales poco adecuadas para criar una familia, como se habrán dado cuenta miles de parejas jóvenes con pocos hijos y cientos de colombianos que no quieren una pareja estable.

Esos son también los eventos que explican otras características terribles de la sociedad colombiana actual, como el aumento de la inseguridad y del consumo de cocaína, marihuana y otras substancias psicoactivas. La vida para los niños y los jóvenes colombianos no ha sido de color rosa en estos últimos años, sobre todo, pero no sólo, para los que nacen en familias pobres y en clases medias de alta vulnerabilidad. Impactados por las angustias familiares, sometidos a un constante estrés social y económico, muchos encuentran soluciones en el delito o refugio en la droga que los aleja de una realidad aterradora. Su situación no induce a que sus padres tengan más hijos. Estamos pagando por la guerra que todavía algunos dicen que no existió.

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