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En 1948 mataron los últimos venados de la sabana de Bogotá. A principios de la década de 1940 ya habían correteado y asesinado a los indígenas nómadas que sin darse cuenta irrumpían en propiedades privadas. En los años siguientes corretearon en avioneta y helicóptero a las manadas de venados en los Llanos hasta casi exterminarlos.
Como lo anotó Marx en el libro titulado Ideología alemana: “Las relaciones restringidas entre el hombre y la naturaleza determinan las relaciones restringidas entre los hombres y las relaciones restringidas entre ellos determinan las relaciones restringidas con la naturaleza”.
Sin embargo, empiezan a llegar buenas noticias acerca de la fauna silvestre, los zoológicos ya no son la cárcel de la fauna ni, en el peor de los casos, el veraneadero de los ‘narcos’; se están convirtiendo en promotores de la conservación de las especies. Las aves todavía viven a lo largo del río Bogotá, hay osos de anteojos libres muy cerca de la capital de la República, en el separador de la Autopista Norte se ha documentado la permanencia de varias familias de curíes, en la ciénaga de Paredes los pescadores conviven con 40 manatíes, la Fundación Pantera ha comprobado la existencia de jaguares en 11 parques nacionales y se proponen corredores que faciliten el paso de los felinos entre las cordilleras y la selva.
Infortunada y trágicamente las noticias acerca de la vida humana en Colombia no son tan buenas. En el páramo los niños son asesinados o se mueren angustiados por la guerra, los indígenas exigen que se les devuelvan las tierras planas para poder sobrevivir, los campesinos asentados por generaciones en el mismo microfundio denuncian la desaparición de la fertilidad de sus suelos.
Según Marx, el problema reside en la restricción de las relaciones y en eso coincide la teoría de la complejidad. La sostenibilidad es imposible si no se soluciona el problema de la falta de equidad y la ausencia de ésta emerge de la simplificación de las relaciones en la sociedad, de su reducción a las mínimas necesarias para enfrentarse en los mercados, de las tijeras que en nombre de la ideología, de la situación económica, de las historias personales, del racismo o de las mafias familiares cortan las relaciones entre los colombianos, así como las han cortado entre nosotros y el resto de la naturaleza.
