
“Qué desasosiego cuando, inseguros de nuestras dudas, nos preguntamos: ¿serán verdaderamente dudas? -Cioran”: Julio César Londoño
Hay dos clases de cínicos: el sinvergüenza y el moralista. El sinvergüenza se jacta de su astucia. El moralista es un terapista de choque: parece alabar el vicio, pero en realidad nos pone un espejo en las narices para mostrarnos la fragilidad de nuestras virtudes. La ironía es su recurso preferido.
Como siempre hemos leído a Emil Cioran en clave moralista, estoy leyendo los aforismos de Silogismos de la amargura en clave de minicuento, el haiku de la narrativa, y encontré estas piezas que pongo aquí sin comillas para acompañar el café del sábado.
Una tarde Dios y el Diablo jugaron al azar. Hicieron dados con jirones de la...
Conoce más
