A uno de los genios más singulares de la física le correspondió un destino gris. A Robert Hooke lo recordamos hoy solo por su ley de elasticidad* y por sus sonadas polémicas con Newton. En realidad hizo mucho más: se ocupó de problemas de óptica, mecánica, geología, botánica, cartografía y astronomía, y fue, después de Newton, el hombre que estuvo más cerca de descubrir la Teoría de la gravitación.
En su juventud fue secretario de Robert Boyle, el de la ley de los gases. A los 27 años fue director de experimentos de la Royal Society, la academia de ciencias inglesa. Su trabajo consistía en someter a la prueba del laboratorio las hipótesis que de Inglaterra y Europa llegaban a la Sociedad. Disponía de una semana (la Sociedad se reunía los jueves) para evaluar las propuestas de Boyle, Newton, Pascal, Leibniz o Huygens. Ningún muchacho de la historia ha vuelto a soportar sobre sus hombros una responsabilidad semejante. Esta misma dispersión fue la causa del carácter superficial e inconcluso de sus investigaciones. Antes de terminar una, ya su cerebro estaba saltando sobre otra.
«Era de mediana estatura, algo encorvado, feo, cabeza grande, ojos grandes y saltones, pero rodaban sobre sus hombros unos hermosos rizos castaños». (John Aubrey, Brief lives, Londres, 1968).
Venía, como Newton, de una cuna humilde. También fue sizar, como Newton, un estudiante becado que pagaba sus estudios realizando labores de limpieza. Ambos recibieron distinciones a edad temprana. Newton fue nombrado profesor en Cambridge a los 27 años, la misma edad que tenía Hooke cuando fue nombrado director del laboratorio de la Royal, como dije. Y aquí terminan las similitudes porque Hooke era sociable, llevaba una agitada vida amorosa y era asiduo de las tabernas, lugares donde cenaba, bebía y conversaba con cualquier parroquiano hasta el amanecer, mientras que Newton llevaba una vida monástica.
Cuando dos jóvenes tienen que repartirse el pastel de la gloria, la disputa es inevitable, y Hooke aprovechó un descuido de Newton. Como la Teoría del color de Newton era sólida, atacó su modelo corpuscular de la luz, donde había encontrado inconsistencias entre los experimentos y la conclusión, y le exigió una demostración; algo imposible: aún hoy la naturaleza de la luz sigue desafiando a los físicos, hecho que se evidencia en el ecléctico modelo actual: ondulatorio-corpuscular-cuántico.
Newton lamentó haber violado su propio principio de no mezclar hipótesis (modelo ondulatorio) con hechos científicos (Teoría del color) pero se repuso y redactó una brillante respuesta capitalizando algunas inexactitudes del informe de Hooke. Siguió entonces una áspera polémica que desbordó continuamente los límites de la física y el decoro. Esto afectó mucho al susceptible Newton, que decidió, entre prudente y pueril, no publicar su Opticks.
En abril de 1676 se realizaron con éxito en la Royal los «experimentos prismáticos» (la famosa pirámide de cristal, el rayo de sol y el abanico de colores del arcoíris) que confirmaron la Teoría del color. Quedó tan feliz que prometió publicar todos sus estudios sobre óptica, noticia que causó una gran expectativa en la comunidad científica. La obra estaba muy adelantada cuando fue consumida por el fuego. Una vela que Newton dejó encendida sobre su escritorio mientras salía a cenar se consumió sobre los papeles y el fuego se extendió a toda la habitación. El hecho estuvo a punto de enloquecerlo, pero se repuso, lo reescribió y lo publicó en 1704. Fueron 30 años de oscuridad para la óptica.
Hooke murió el 3 de marzo de 1703. A su entierro solo asistieron sus familiares y algunos miembros de la Royal. Newton murió el 20 de marzo de 1727 año a consecuencia de una afección renal y fue sepultado el 4 de abril en la abadía de Westminster con asistencia de varias figuras de la ciencia y la política europeas. En su epitafio, Alexander Pope escribió: «Dios dijo, sea la luz, y fue Newton».
* F = – kx , donde F es la fuerza restaurativa que devuelve su forma inicial a un material elástico que hemos estirado o comprimido una longitud x, y K es una constante que depende del material en cuestión.