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CUANDO RONALD NOBLE DIJO QUE UN equipo de peritos forenses había examinado los computadores de Raúl Reyes, la frase me sonó a popurrí anacrónico: el computador es el ícono de la modernidad, forense es un vocablo romano y Reyes era el segundo de una organización jurásica.
Además forense es un adjetivo que huele a sangre, a manos truncas y cráneos astillados, nada que ver con el ascético mundo de los bites y los chips. Pero me tragué el oximoron, “forense de computadores”, y escuché con el alma en vilo el informe del Jefe de la Interpol, que es como decir la corteza superior de una inteligencia planetaria.
Al final se confirmó lo que intuíamos: por esta vez, la Policía no había tenido que “sembrar” esto ni “torcer” aquello, los archivos estaban intactos y en consecuencia sus contenidos dejaban de ser patrañas para convertirse en pruebas criminales. Claro que Chávez y Correa rechazaron con vehemencia el resultado del peritaje, volvieron a escucharse tambores de guerra en la frontera oriental y rechinar de dientes en el sur, y ambos han vuelto a exigir que cesen las filtraciones de información como condición insoslayable para la normalización de las relaciones.
Acá también se pide discreción en aras de la paz y la economía. Juan Camilo Restrepo, por ejemplo, dijo en Hora 20 que un emisario del Gobierno debía visitar a Chávez y discutir con él de manera reservada y cordial el contenido de los archivos. Qué podría decirle el emisario, me pregunto. Tal vez algo como, vea, don Hugo, no se junte con esos muchachos de las Farc que no le conviene. Enternecedor el ex ministro. ¿Por qué mejor no mandarle directamente a Manuel Marulanda un pastor que le predique el evangelio y de paso le explique que pegarles tiros en la nuca a los secuestrados puede causarles serios problemas respiratorios?
Por la economía no hay que preocuparse. Esa vagabunda siempre se las arregla, especialmente en las guerras, y todos la respetan, hasta esos locos que gritan, insultan, amenazan, retiran al embajador pero jamás al encargado de negocios y nunca cierran sus fronteras más allá de cinco días. Es que uno puede limpiarse el fondillo con la Biblia o con los informes de Interpol pero la economía es sagrada, chamo.
Usted dirá que las filtraciones pueden conducirnos a una guerra internacional; en realidad es al contrario: la internacionalización de la guerra es la que ha provocado las filtraciones. Y pedirle silencio a Uribe es una ingenuidad; equivale a proponerle que renuncie a publicar una información que le granjea apoyos dentro y fuera del país, que le da argumentos a la oposición interna que enfrentan Chávez y Correa y, sobre todo, es pedirle que sea cómplice del delirio expansionista del coronel-camarada (otro oximoron).
Como soy nuevo en este periódico, aclaro que me encanta el giro a la izquierda que ha dado Latinoamérica. Es una respuesta vital al fracaso de las políticas neoliberales en la región. Reconozco que es imperativa la formación de un bloque económico suramericano para enfrentar con medianas posibilidades de éxito a los pulpos gringos, chinos y europeos. Por lo mismo, es una catástrofe que este crucial proceso lo lidere un sujeto tan lunático y tan limitado como Chávez, personaje que en vez de ser factor de unión es motivo de discordia.
Por todas estas razones desapruebo “la estrategia del silencio”, así me digan que no hay nada más parecido a un sabio que un bobo callao.
