Publicidad

La forma del tiempo


Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Julio César Londoño
10 de agosto de 2024 - 05:05 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

No tengo problemas con la página en blanco. Mi terror es la página sobre el tiempo, redacción que aplacé durante 37 años, pero aquí voy, que las cosas grandes con intentarlas basta, Sancho.

Durante miles de años el tiempo fue circular, como las estaciones, las noches y los días y la geometría del eterno retorno.

El tiempo de los presocráticos también era circular: «Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras / los astros y los hombres vuelven cíclicamente / los átomos fatales repetirán la urgente / Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras».

Los filósofos «post socráticos» fueron los primeros en meterle el diente al tiempo y el primerísimo fue Platón: «El tiempo es la imagen móvil de la eternidad». Nadie, ni poeta ni filósofo, ha escrito nada tan definitivo y atemporal en los 24 siglos siguientes al siglo de Platón.

Aristóteles advirtió que el tiempo era invisible y que solo podíamos ver sus rastros: el cambio del color de las hojas de los árboles, las arrugas del rostro, el vuelo de la flecha. Sin cambios ni movimiento no hay tiempo. En este sentido Aristóteles fue moderno, introdujo el observador. («Ser es ser percibido», diría el obispo Berkeley muchos siglos después). Entre las líneas de Aristóteles hay un ojo. Así no lo nombre, el vuelo de la flecha y las arrugas del rostro delatan un observador humano. Los gatos perciben las cosas pero no reflexionan sobre sus percepciones, y si lo hacen no publican. «Ser» es ser publicado.

Cristo detuvo la rueda del tiempo. Quizás no le simpatizaba el círculo porque era un símbolo adorado entre los paganos, o tal vez intuyó que la recta encajaba mejor con la severidad de la doctrina que había venido a predicar. «La idea de la circularidad de la historia se rompe con Cristo, el primer profeta que anunció el fin de los tiempos. La historia dejó de ser cíclica para convertirse en una marcha hacia la salvación final». (John Gray, El silencio de los animales).

El tiempo lineal reaparece en Newton, que era cristiano. Para Newton el tiempo de Aristóteles, el de los días, los años y el panadero, era «relativo y banal». La ciencia requería un tiempo absoluto, lineal e independiente de los movimientos de las cosas y de los cambios del mundo. En suma, el tiempo de los relojes, unos mecanismos muy prestigiosos entonces.

Pero a comienzos del siglo XX el impasible río del tiempo de Newton se llenó de remolinos. Einstein demostró que el tiempo se ralentizaba con la velocidad y con la altura. Un reloj sobre la mesa marcha más despacio que un reloj en el suelo, y los relojes de los aviones son más lentos que los relojes de la torre de control. El orden de los sucesos también resulta distorsionado por la posición del observador. Si dos sonidos se producen de manera simultánea, escuchamos primero el que se produce más cerca de nosotros.

Mi perplejidad frente al asunto estriba en que las cuatro concepciones del tiempo me resultan convincentes. El tiempo circular de los antiguos se parece a las estaciones y a la naturaleza. Aristóteles tenía razón al decir que no podemos ver el tiempo, solo sus huellas. Newton tenía algo de razón al pensar que el tiempo fluía impasible, ajeno a nuestros afanes, como cualquier divinidad altiva y distinguida. Las alarmantes conclusiones de Einstein están refrendadas por la lógica y los experimentos.

El tiempo es esa dimensión donde se curvan las órbitas de los planetas, la cola helada del cometa y la espalda del viejo; es un misterio que nos acosa y nos vence, aunque, pensándolo bien, ¿qué dimensión, qué criatura o qué fenómeno no es misterioso? «Las cosas están llenas de dioses», dijo Tales de Mileto. Es una revelación que podemos aceptar todos, hasta nosotros, los descreídos.

P.S. El tiempo es lo que duele, dice mi viejo vecino, el poeta Henry Valencia.

Conoce más

Temas recomendados:

 

FERNANDO(sv6gc)11 de agosto de 2024 - 01:42 a. m.
Profesor Julio César: que su pluma y su pensamiento ojalá duren más que mi ciclo vital. Sus escritos son un bálsamo para el espíritu en medio de esta mediocridad ética en que nos tocó vivir a los colombianos.
Yimmy(68264)11 de agosto de 2024 - 12:57 a. m.
Muy buena su columna!
HUGO(31598)10 de agosto de 2024 - 10:52 p. m.
El reloj se ha dañado, pero el hambre despierta, esto dijo el señor Pablus, frente a un árbol de Cereso sin flor, el hambre mide las horas y los meses buscando empleo. El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.
alvaro(38619)10 de agosto de 2024 - 10:52 p. m.
y si el tiempo no existiera? Rovelli
  • Julio(16529)12 de agosto de 2024 - 12:23 p. m.
    Carlo Rovelli, un poeta de la divulgación. Es de lo mejor, Álvaro
Pedro(86870)10 de agosto de 2024 - 10:43 p. m.
Falto mencionar el bello de texto "Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo" de E. Husserl que investiga el tiempo en la evidencia vivida de la experiencia. Este tiempo vivido fue también investigado por sus discípulos Heidegger, Ricoeur y Alfred Schutz. En algunos tomos la husserliana se ocupa del tiempo desde un enfoque estático y sobre todo genético. La investigación sobre esta experiencia inmanente del tiempo se logra aplicando el método de la epoché y la reducción
  • Gines(86371)11 de agosto de 2024 - 12:27 a. m.
    No logro entender por qué borras tu comentario, Pedro Juan.
  • Gines(86371)11 de agosto de 2024 - 12:26 a. m.
    Todo indica que eres un experto en Husserl (a quien no he leído), y en Juan Gabriel Vásquez de quien he leído dos libros: “El ruido de las cosas al caer” y “la forma de las ruinas”. ¡Enhorabuena, Pedro Juan!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.