Los seres humanos tenemos mala prensa. Cómo es posible, se preguntan los pensadores, que unas criaturas tan inteligentes causemos tantos estropicios. Es verdad que somos una amenaza planetaria, pero también es cierto que hemos sufrido demasiados cambios y las adaptaciones han sido traumáticas.
Para empezar, el nacimiento. Pasamos del útero, una levedad cálida y anaranjada, al áspero mundo de cada día, un viacrucis similar al que sufrieron nuestros antepasados cuando abandonaron el agua y conquistaron la tierra gracias a un invento genial, una incubadora portátil que la naturaleza ideó en el Paleozoico, el huevo, un prodigio que lo...
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