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Esta fue una semana de debates. El del martes, organizado por Semana y El Tiempo con todos los precandidatos, estuvo marcado por los ataques personales. Íngrid Betancourt acusó a Alejandro Gaviria (ambos de la Coalición de la Esperanza) de reclutar a sujetos de dudosa conducta a su campaña. Se refería, lo supimos en la réplica de Gaviria, a German Varón Cotrino y Miguel Ángel Pinto, dos barones electorales muy cuestionados. Gaviria le dijo a Betancourt “hipócrita y oportunista”, quizá aludiendo al hecho de que ella es un cometa francés que aparece en el firmamento colombiano cada cuatro años y nos arropa con su cola helada, lacia e inocua.
Nota. Para ser justos, hay que decir que Betancourt fue la única que criticó los recientes ascensos de generales, como Rodolfo Hernández fue el único que criticó la falta de auditoría al gasto militar, una “caja negra” de la que nadie habla.
Gaviria nos recordó su lucha contra las farmacéuticas y las EPS, que permitió abaratar los precios de más de 2.000 medicamentos esenciales e incluir 147 procedimientos médicos complejos en el POS.
Cuando acusaron a Petro de abrigar planes de expropiación, les recordó que es el Estado el que le ha expropiado la salud, la educación, el trabajo, la casa, la comida y hasta los sueños al pueblo colombiano.
Francia Márquez habló de los atropellos a los negros, a los indígenas y a los líderes sociales, con una precisión: Francia conoce personalmente a los líderes y los menciona con nombre propio. La suya es una voz necesaria en la política colombiana.
Con una ternura que nos conmovió a todos, Óscar Iván Zuluaga dijo que no toleraría que tacharan a Álvaro Uribe de paramilitar.
Al debate organizado por el Grupo Prisa el jueves solo invitaron a los más opcionados. Gustavo Petro, Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo debatieron sobre empleo, corrupción y seguridad. Fajardo insistió en la educación, un tema que él cree dominar, pero lo expone con el desorden, la oscuridad y las generalidades que lo caracterizan.
Nota. Hay que reconocer que la acusación de la Contraloría contra Fajardo por detrimento patrimonial en Hidroituango es injusta. Ni Fajardo, ni el mayor genio de la economía, esa ciencia hermética, tenían cómo prever la encarecida del dólar.
Federico Gutiérrez acusó a Petro y a Fajardo de ser un “regreso al pasado” porque ambos han sido derrotados en la contienda presidencial. Petro contraatacó: “El que encarna el pasado es usted, que defiende tesis uribistas”.
Conclusión 1. El segundo debate fue más serio. Hubo discusión, no riña de gallos, como en el primero, donde Vicky Dávila se dedicó a “carear” a los participantes (no en balde Gabriel Gilinski, accionista mayoritario de Semana, es un admirador rendido de Rupert Murdoch, el rey del amarillismo).
Conclusión 2. Es difícil dar un ganador en estos debates. Siempre hay mucho ruido, mucha dispersión en las intervenciones y poco tiempo para la discusión de problemas complejos. Con todo, yo creo que ganó Petro. En esto coinciden incluso personas que no tienen un pelo de petristas, como Daniel Coronell: “Petro ganó el debate porque fue diferente. Fajardo y Fico lucieron como hermanos gemelos en lo formal y en buena parte del contenido. Fajardo no pudo explicarse claramente”.
Y como Rodrigo Lara: “No le hicieron mella a Petro. Lo atacaron sin argumentos, con superficialidad. Luego Petro los molió. Para ganarle a Petro se necesita profundidad y sensibilidad”.
Es obvio que Petro es más creativo, tiene ideas económicas modernas, estructura bien sus argumentaciones, conoce la historia y está sintonizado con la tendencia del mundo: el giro de una economía de mercado a una economía social de mercado, la gran consecuencia de la pandemia.
