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TODO LA ACUSA: LA FOTO AQUELLA con Iván Márquez, rosas y boina guevariana en Caracas; sus inoportunas declaraciones contra el gobierno colombiano en foros de la caverna profunda en el exterior; su rendida admiración por Hugo Chávez. Todo esto puede ser muy incorrecto, políticamente hablando, sí, pero no delito. La torpeza no es un crimen y la disidencia es un derecho. En realidad, nada la acusa. La fragilidad de las “pruebas” de la Procuraduría es pasmosa. Demostrar que “Teodora” es Piedad, es difícil e inútil. Demostrar que consiguió dinero con Chávez para obras de las Farc en el Chocó puede terminar contribuyendo mañana a su canonización. Demostrar que simpatiza con las Farc es una perogrullada. Acusarla de capitalizar políticamente sus gestiones humanitarias es como reprocharle a Messi que aproveche la esfericidad del esférico. Ser condenada por un sujeto como el Procurador equivale a una condecoración. Es casi un salvoconducto. Si los individuos absueltos por Alejandro Ordóñez terminan luego con el agua al cuello en tribunales serios, es muy probable que los condenados por él salgan luego en hombros e indemnizados. Casos se han visto.
El verdadero problema de Piedad es que la Justicia necesita arrojarle a la galería de la derecha un pez gordo de la “farcpolítica”; debe haberlos, claro, pero no se han visto. Si las Farc llegaron a dominar casi trescientos municipios, entre ellos muchos beneficiarios de jugosas regalías, ¿cómo es que casi no aparecen políticos de alto nivel comprometidos con las Farc y los pocos involucrados han sido sobreseídos? Que sucedan estas cosas en pleno auge de la derecha, es uno de los misterios que yo quisiera resolver algún día.
Piedad nació hace 55 años en Medellín. Su padre era un sociólogo negro y su madre una secretaria rubia de ojos azules. Es sobrina del fundador del Chocó y fue, dicen, la abogada más brillante, provocativa y salsómana de su promoción. Estuvo en la Cámara por Antioquia en 1992 y en el Senado en tres ocasiones: 1998, 2002 y 2006. En 2010 refrendó su curul con la cuarta votación del Partido Liberal: 67.438 votos (la esfericidad del esférico).
La extrema derecha la mantiene entre ceja y ceja: en 1998 su camioneta fue baleada por sicarios en moto cerca del estadio Atanasio Girardot. Poco después sus escoltas desarmaron en el último minuto a un jovencito que la iba a matar en un centro comercial. En 1999 Carlos Castaño “la retuvo” acusándola de tener vínculos con el Eln, pero la presión internacional (hasta Edward Kennedy intercedió a su favor) lo obligó a liberarla. Entonces ella se exilió en Canadá, donde se aburrió durante seis meses: “Allá nadie le dispara a uno”, explicó.
Criticó con dureza los diálogos de paz de Pastrana con las Farc. Fue Uribista pero luego se distanció por el detallito de las Convivir. Fue serpista hasta que “Groucho” le aceptó la embajada en la OEA a Uribe. En 2003 lideró la campaña contra el referendo y ganó. Uribe estuvo una semana fuera de cámaras. “Quedó de cama”, dijo López Michelsen.
En 2007 apoyó el acto legislativo que aprobó la extradición de colombianos. “No me importa en las cárceles de qué país se pudran los narcotraficantes”. Entre sus batallas en el Senado se destacan sus proyectos de ley a favor de la familia, de los derechos de la mujer y de las parejas homosexuales, y por el aumento de las penas para los delitos sexuales.
Yo lamentaría que la Corte Suprema confirmara la inhabilidad de Piedad. Sin curul, ella perdería capacidad de gestión, los secuestrados su ángel protector, el gobierno un puente clave con las Farc y el Senado una persona que da un pésimo ejemplo: ¡trabaja!
