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Errores de cálculo

Lariza Pizano

07 de septiembre de 2025 - 12:07 a. m.

Los políticos tradicionales vuelven a juntarse en cenas y reuniones, de nuevo y más de una vez en la casa de César Gaviria, para intentar levantar un frente común contra Petro. Pero se equivocan si creen que solo con eso conseguirán votos. Porque consideran que basta con exhibir la foto de unidad en torno al rechazo al presidente para presentarse como alternativa, cuando en realidad lo único que proyectan es la imagen de un club cerrado que resiste a la alternación. Esa es la primera señal de su error político.

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Primero, porque el discurso del “todos contra Petro” desconoce que el país cambió y otros son hoy quienes, más allá de la gestión, han sido reconocidos. Uno de cada tres colombianos es el que se siente representado por el Gobierno, con todas las contradicciones que esto implica. Tratar a ese electorado como descriteriado es una torpeza que raya en el desprecio. Ese bloque social, cultural y político no es marginal ni pasajero: es parte del nuevo mapa de representación que se activó con el descontento social de 2019 y que, aunque pareciera dormido, encontró representación y llegó para quedarse.

Segundo, porque la gente está cansada de las mismas fotos en los comités de unidad. Las encuestas muestran que los partidos tradicionales cargan con los niveles más bajos de legitimidad y confianza. Son claros los números de Invamer: César Gaviria tiene un 30 % de imagen favorable, Germán Vargas Lleras un 23 % y Efraín Cepeda un 19 %. Tres viejos protagonistas que, sumados, confirman su desgaste.

Y, tercero, porque esos partidos no tienen nada en común. ¿Qué agenda social comparten el Partido Conservador y el Nuevo Liberalismo? ¿Qué propuesta conjunta tienen los liberales y Cambio Radical con el Centro Democrático en temas tan básicos como la paz o la promoción de derechos? Si los une algo es solo el miedo a quedarse por fuera del poder. La paradoja es que ese miedo los lleva a una fórmula aún más riesgosa: construir una alianza cuyo único cemento es el rechazo a Petro y las acciones que esto conlleva y que se materializan, por ejemplo, en la elección de un magistrado como Carlos Camargo en la Corte Constitucional.

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Aunque esa fue considerada una pequeña victoria, a mediano y largo plazo la suma les puede restar. La coalición “anti” corre el riesgo de convertirse en un boomerang que, en vez de fortalecerlos, termine devolviéndoles el golpe. Un país que ya probó la alternación no está dispuesto a entregarle un cheque en blanco a quienes ya gobernaron y —también—dejaron su propio saldo de corrupción y clientelismo.

Se equivocan los de siempre. Al menos los nombres que participaron en el primero de los cónclaves: Gaviria y su hijo Simón; Juan Manuel Galán; Efraín Cepeda; Nadia Blel; y Germán Córdoba y Gabriel Vallejo, quienes asistieron como “observadores” de Cambio Radical y el Centro Democrático, respectivamente. Porque lo que proyectan no es esperanza sino resistencia, y la resistencia sin propuestas no inspira, solo agota. Al final, volverán a sentarse a la mesa de un expresidente que gobernó hace más 30 años para planear cómo derrotar a Petro. Con la foto de ese gesto, circular y repetitivo, terminarán recordando por qué ya no tienen el lugar en el país que alguna vez creyeron eterno.

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Por Lariza Pizano

Politóloga de la Universidad de los Andes, académica y especialista en política colombiana.
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