Todos los candidatos, incluso los de extremos, dicen ser de centro. En un cálculo racional, todos tratan de posicionarse donde están las mayorías. Óscar Iván Zuluaga dice que es de centro, Petro elogia el centro, la Coalición de la Esperanza y Alejandro Gaviria encarnan el centro. Son más los que mencionan estar en la mitad del espectro político y alejados de los extremos.
Pero, a menos que haya propuestas concretas y diferenciadoras, la retórica compartida en torno al centro puede generar confusiones entre los aspirantes que se identifican con ese lugar. En contextos de débil cultura política y en que los partidos políticos se mueven como les da la gana es cuando más se necesitan acciones políticas claras, incluyendo las convergencias.
El discurso de la independencia partidista puede aumentar la confusión electoral. Ese no es un valor en sí mismo. Si la oferta se limitara a decir que son independientes, un elector, por informado que sea, ¿por cuál se decide?
Así como ser independiente no lo es todo, tampoco lo es ser nini, es decir, ni uribista ni petrista. Eso, aunque la gente quiera bajarle a la gritería y votar por formas más constructivas de hacer política. Porque en ese terreno no hay nada más lindo que definir una candidatura en función de lo que el candidato es y no de lo que no es. Ese “ser” son sus propuestas y su visión de país, su concepción de la nación, su pensamiento sobre la naturaleza humana, su modo de ser, su trayectoria...
Para los clientelistas todo es más fácil. No porque el criterio de su elector sea fácil de manipular —es despectivo decir que las clientelas no tienen opinión—, sino porque sus votantes son cautivos. No hay que argumentarles más allá de promesas en el corto plazo. En contraste, quienes buscan ser elegidos a partir de debate requieren ejercitar la persuasión, fortalecer el carisma y lograr un relato.
Y para ganar la Presidencia con ese relato se debe seducir, según la última encuesta de cultura política del DANE, a más del 39 % de los colombianos que se ubican en el centro y que, en su mayoría, viven en las ciudades más pobladas. La encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos de abril de 2021 señala que más de la mitad de los electores están en ese lugar del espectro.
Más que estar en la mitad de un enredo político, los candidatos que verdaderamente están en el centro son los que están parados en las ideas liberales. No en las ambiguas de ese partido, desprestigiado por los ires y venires entre la defensa de la socialdemocracia y el uribismo, sino en el apoyo al Acuerdo de Paz, la preocupación por el cambio climático, el reconocimiento de la importancia de la libre empresa, la defensa de la democracia y de los derechos, la insistencia en la justicia social y el cambio de enfoque en la política contra las drogas, entre otros temas.
Son las ideas liberales las que permiten diferenciarse de todos esos aspirantes de los extremos. Saberlas vender será uno de los retos de todos los que, por suerte, compiten por el centro. Se necesita mucha pedagogía y emoción para que los electores tengan certezas al decidir por qué más adelante optarían por Galán, Lara, Cristo o Fajardo, por Robledo, De la Calle o Amaya, por Gaviria o Sanguino.