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“Semana”

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Lariza Pizano
13 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.
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Romantizar el pasado es natural en la condición humana. Creer que todos los muertos fueron vivos buenos, que el mundo era más civilizado, que hace años la política era más sana, a veces son trampas de la nostalgia. Un sentimiento agudizado por una pandemia que enseña que ni siquiera la libertad puede darse por hecho.

Esa nostalgia se basa en imágenes. En recuerdos que van pasando como fotos con los momentos en que fuimos felices o en los que, a pesar de la dificultad, creíamos serlo al aprender cosas nuevas o salvar el mundo. Salas de redacción. Fuentes. Entrevistas. Diálogos. Deliberación.

Desde hace un año, cuando salí de Semana con otros editores tras la compra de la mitad de la revista por el grupo Gilinski, no había querido escribir una sola coma sobre el tema. En parte, porque es respetable que los medios cambien de posición editorial —más aún si cambian de dueño— y, como empresas que son, decidan con quién trabajan. En parte, también, porque asimilar los cimbronazos se toma su tiempo.

Pero el agradecimiento es la mejor fórmula para salir de las tusas, o al menos para evadirlas. No solo la de haber trabajado años en una casa editorial cuya esencia era otra, sino por lo que representa para el debate político que el país pierda la revista impresa más importante en su historia reciente. La única que quedaba, después de que hace una década la política también llevara al cierre de Cambio. “Nos botaron y nos cerraron, pero no nos equivocamos”, dijo entonces su director, Rodrigo Pardo.

Con la ruptura que acaba de suceder, es poco probable que la revista impresa sobreviva. Habrá otros periodistas para contratar —hay miles que han despedido de otros medios—, pero recuperar el ADN al que se acostumbraron sus lectores será imposible. Semana será otra revista, para otro público.

Ese ADN era el que, desde el establecimiento pero en las profundidades liberales, multiplicaba Felipe López. El ADN de los cierres tardíos, las deliberaciones eternas, los artículos a ocho manos editados y vueltos a editar. Un ADN lleno de hilos liberales, a veces tácitos, que, con ironía o no, se escondían detrás de cada línea. Una esencia sin protagonismos, a tal punto que se les pedía a los editores no firmar. Hablar desde la independencia fue durante años el propósito.

Con la salida de Felipe, hoy se va gran parte de la redacción que sobrevivió a los recortes y que hizo escuela al lado suyo. Que desde su pluma, también humana y por eso no ajena a equivocaciones, le habló al poder acerca de las libertades, de la política y de la paz .

La nostalgia se alborota al recordar esa Semana que no volverá a ser. Para combatirla: dar las gracias. Gracias a Felipe, por su persistencia. A Ricardo Calderón, por su periodismo. A José Monsalve, Johanna Álvarez y Jaime Flórez, por sacar a la luz la oscuridad del mundo sub judice. A Mauricio Sáenz, por sus trasnochadas como jefe de redacción. A Vladdo, por su mirada. A Cote , por su visión desde el territorio. A Antonio, por su agudeza en cada columna. A Rodrigo Pardo, por sus enfoques. A Ruby , por su compromiso ambiental. Sus audiencias son de ustedes.

Lariza Pizano

Por Lariza Pizano

Politóloga de la Universidad de los Andes, académica y especialista en política colombiana.
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ANA(11609)13 de noviembre de 2020 - 11:18 p. m.
Eso pasa en todas las empresas: el que pone la plata, pone las condiciones. Así será en esta empresa que cambia el rumbo liberal que tuvo por largos años, a uno más derechista y gobiernista.
Leonel(39062)13 de noviembre de 2020 - 11:08 p. m.
Excelente articulo. Un recorrido desde la nostalgia y de la grandeza. Así como un descanse en paz.
omar(98177)13 de noviembre de 2020 - 11:08 p. m.
Tienes toda la razon. Semana, NO volverá a ser esa revista que leiamos con agrado, para enterarnos del acontecer politico, a traves de las plumas mas selectas del periodismo Colombiano. Era muy agradable leer los diferentes estilos, todos ellos de gran calidad, pero siempre con la claridad e independencia que los caracterizaba. Q lástima, tiempos para recordar, con nostalgia. Buena columna
PEDRO(85266)13 de noviembre de 2020 - 11:01 p. m.
semala de c.....................lo pal estanco.
Arturo(82083)13 de noviembre de 2020 - 09:16 p. m.
Los nuevos dueños la tienen clara: el negocio esta en vender publicidad politica pagada- disfrazada de pauta publicitaria-y lo que consume la bueyada en el platanal es el pasto seco del amarillismo light. La reinvencion de Semana es como la de una emisora que transmitia musica clasica con poca pauta para un minoritario publico culto y paso a transmitir perreo y champeta, porque eso es lo que vende
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