Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Jaime Pumarejo se ha mantenido todo este período como el alcalde con mejor imagen del país*, a pesar de todo lo que ocurre en Barranquilla.
Por supuesto, son innegables —y merecen ser destacadas— las obras civiles de trascendencia que se han hecho durante las administraciones del cuestionado clan Char que él representa (entregadas, en todo caso, en un entramado de contratación que ha dejado los negocios más jugosos en manos de amigos de los Char).
No menos cierta es, sin embargo, la lista de padecimientos de la ciudad hoy. Barranquilla se convirtió en un triste y alarmante escenario de masacres en barrios. El servicio de agua que presta la Triple A es tan dudoso, que se volvió común oír a ciudadanos quejarse de que a veces les sale líquido color café de la llave, como pasaba en los años 80. Miles viven una pesadilla con la movilidad porque el sistema integrado de transporte Transmetro tiene parte de sus buses dañados y no funciona bien. Y en los estratos 1 y 2, más de la mitad de la gente reporta este año no contar con suficiente dinero para las tres comidas diarias**.
Por solo mencionar algunos de los asuntos de los que, así tengan una explicación amplia, el alcalde es al menos responsable político.
Ni hablar del descrédito de la clase dirigente barranquillera, que apoyó a Pumarejo y se codea con él, salpicada en escándalos nacionales tan lamentables como el de Aida Merlano y el caso Centro Poblados, que tiene de protagonista a Karen Abudinen, otra reconocida aliada de los Char.
Nada de eso ha tocado la favorabilidad del mandatario que, al parecer, se siente tan seguro de ella que el año pasado insultó a un ciudadano que quiso hacerle un reclamo en un evento público: “¡Discúlpame tú, papito!”, le gritó Pumarejo por micrófono al hombre, y remató: “¡No te dejo hablar porque estás diciendo pendejadas!”.
Mañana lunes, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) revelará un informe sobre el gasto en publicidad oficial de la Alcaldía de Barranquilla, que ayuda a entender el teflón del heredero de Álex Char.
Entre 2020 y 2022, Jaime Pumarejo gastó $94.600 millones del bolsillo de los barranquilleros en pauta. El monto es tan grande que supera en $13.000 millones el invertido en el mismo período por Bogotá, que tiene seis veces más habitantes. Ninguna otra ciudad de Colombia invierte tanto en publicidad como Barranquilla, un asunto que, para la FLIP, contradice el principio de austeridad contemplado en el Estatuto Anticorrupción.
Además, el 91 % de los contratos se entregó de manera directa a las mismas seis empresas a las que les había dado la pauta el exalcalde Char. Dos de esas empresas tercerizaron el reparto de la publicidad oficial a 181 medios de comunicación, sin que sea claro el criterio con el que los seleccionaron o definieron los montos entregados a cada uno.
Uno de los asuntos que más preocupa a la FLIP es el alto uso que hace la Alcaldía del content marketing, una estrategia en la que se paga por divulgación de información oficial sin que necesariamente el medio tenga que aclarar que se trata de un publirreportaje.
Otro asunto es el autobombo: la cara y el nombre de Jaime Pumarejo aparecen en casi todas las piezas contratadas sin importar el tema, a manera de autopromoción de su imagen. Recuerda la FLIP que el Estatuto Anticorrupción prohíbe “el uso de publicidad oficial, o de cualquier otro mecanismo de divulgación de programas y políticas oficiales (...), para la promoción de servidores públicos”.
*Así lo han señalado encuestas del Centro Nacional de Consultoría y la Polimétrica de Cifras & Conceptos.
**Encuesta de Percepción Ciudadana de Barranquilla Cómo Vamos 2023.
Lea aquí el informe completo de la Pauta Visible de Barranquilla, de la FLIP con colaboración de La Contratopedia Caribe. 👇
