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La verdad según Petro

Laura Ardila Arrieta

09 de noviembre de 2025 - 12:06 a. m.

El presidente Gustavo Petro ha hecho de la desinformación y de la estigmatización y la distorsión deliberada de hechos —dos mecanismos que conducen a lo primero— banderas de su gobierno. Son varios los registros que quedarán para la historia de las mentiras e imprecisiones que ha lanzado en su rol de presidente comunicador, que mezcla los papeles de jefe de Estado y activista. Ha difundido fotos y videos falsos, ha sacado información de contexto, ha publicado datos sin verificar. En su conocido desborde verbal (contenido únicamente, y a veces a medias, por órdenes judiciales de retractación) ha acusado de nazis, asesinos y esclavistas a críticos y opositores. A las mujeres periodistas nos llamó a todas “muñecas de la mafia”. Firmó en piedra que no convocaría a una asamblea constituyente, y ya ven. Y hasta ha llegado a compartir un fragmento del programa de peleas judiciales dramatizadas “Caso cerrado” para sostener un argumento.

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Ese mismo mandatario campeón de la posverdad ahora lanza su propia iniciativa para combatir las noticias falsas. Se trata de Digital-IA, un programa del MinTIC que, según se explica en su página oficial, ofrece escenarios educativos gratuitos y desarrolla tecnologías de acceso público, para que las personas puedan identificar contenidos desinformadores, además de impulsar buenas prácticas en la conversación digital y fortalecer medios ciudadanos.

Ese enunciado, que encaja en la necesaria cruzada global contra el fenómeno que más amenaza hoy a las sociedades democráticas, no sólo choca con el talante de Petro, sino que además genera preguntas justo cuando el país entra en la feroz temporada electoral en la que el petrismo se juega su continuidad. Porque no se trata únicamente de un mandatario que ha abusado de la desinformación y se quedó callado cuando su jefe de gabinete prometió cerrar medios: hablamos de un gobierno que ha financiado con contratos y ayudado a difundir a influenciadores abiertamente propagandistas y panfletarios, y que convirtió al sistema de medios públicos RTVC en una máquina de propaganda petrista. ¿Qué significa, entonces, que el mismo poder que ha premiado la desinformación desde lo oficial ahora se proponga “educar” a los ciudadanos sobre cómo identificarla?

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A esas dudas se suman las que rodean al creador y líder del proyecto: un activista llamado Farith Amed Hernández, amigo cercano del presidente, que ha tenido varios contratos con el gobierno, y por meses ha fungido como un poder real en el MinTIC que tira línea sin contar con un alto cargo. Un exalto funcionario de ese ministerio me contó, a condición de no ser citado para evitarse líos, que se trata tal vez de “la persona más cercana al presidente en temas de TIC” y que incluso Petro quiso nombrarlo viceministro en esa cartera, pero Hernández al parecer “no cumplió los requisitos”, según la fuente (en los contratos que pude revisar suyos en el sistema público de contratación no encontré ninguna certificación de estudios profesionales). El nombre del personaje aparece como miembro del equipo de empalme cuando Petro ganó la Alcaldía de Bogotá, en 2011. Hernández promovía desde una fundación la política de software libre que Petro impulsó en el Distrito, en sintonía con su discurso de izquierda del siglo XXI. En 2022, el contratista trabajó en la UTL del entonces senador Gustavo Bolívar, y allí en el Congreso una fuente que lo conoció me lo definió como un seguidor del chavismo, con mucha ascendencia sobre el primer mandatario. De hecho, Farith Amed Hernández ha actuado como representante de Palacio en eventos clave en términos de comunicación, como un encuentro nacional de medios alternativos y la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional que organiza la Unesco. En ese evento, hace unas semanas en Cartagena, se presentó la iniciativa Digital-IA, cuya dirección aparece por contrato a nombre de una comunicadora llamada Lucy Pérez Romero, quien en 2024 trabajó como productora en RTVC (Farith fue vinculado al proyecto como “líder”).

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Que el llamado a combatir la desinformación venga de un amigo personal del presidente, sin trayectoria técnica conocida en políticas públicas de comunicación, solo aumenta las preguntas sobre la independencia y el alcance real de esta iniciativa. Digital-IA, en sí misma, no es una mala idea. De hecho, en los últimos años varios gobiernos del mundo han impulsado políticas de alfabetización mediática frente a la manipulación digital. Pero los expertos coinciden en que un esfuerzo de esa naturaleza debería nacer de una conversación amplia y pública, en la que participen universidades, medios y organizaciones que llevan décadas estudiando estos fenómenos y que, en este caso, no fueron convocadas. Sin transparencia, lo que podría ser una política democrática termina pareciendo otra herramienta del poder para definir qué es verdad y qué no. Eso, en plena campaña electoral, es una coincidencia demasiado conveniente.

Por Laura Ardila Arrieta

Periodista Caribe con un gusto especial por la crónica y los reportajes sobre el poder. Autora del libro ‘La Costa Nostra’, historia no autorizada del clan Char. Ha ganado cinco premios nacionales de periodismo, incluyendo el Simón Bolívar en la categoría Periodista del año en dos ocasiones.
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