Las noticias en Bucaramanga no son de cancelación, sino de ampliación. La Feria del Libro de esa ciudad, que en 2023 cumplió 21 años, pasó de realizarse durante siete días en 2022 a extenderse esta vez a lo largo de dos fines de semana. Un tiempo en el que 126 invitados tuvieron espacios de conversación con ciudadanos y 60 editoriales de todo el país expusieron sus muestras, en una región en la que solo hay una librería grande. El año pasado asistieron al evento 45.000 personas. Este año aún no hay cálculo, pero desde ya se estima que la cifra será más alta, porque la entrada es gratis.
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Organizada por la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), la feria Ulibro nació en 2003 como un encuentro de poetas, que en aquella primera edición se dieron cita por dos días con la misión de reflexionar alrededor de la pregunta del poeta alemán Friedrich Hölderlin: ¿Para qué poetas en tiempos de desgracia?
Me cuenta Yaneth Lizarazo, directora del programa de Literatura de la UNAB, que entre quienes acudieron al llamado estuvieron Juan Manuel Roca, Juan Gustavo Cobo Borda, Yirama Castaño y Carlos Arnulfo Arias. Seguramente sus respuestas a esa pregunta vital trascendieron porque, al año siguiente, incluyeron narrativa en la convocatoria y comenzó a llamarse Feria del Libro.
En estos años, la Ulibro le ha llevado al público santandereano personajes como el nobel de Literatura J. M. Coetzee, Fernando Savater, Antonio Caballero, los periodistas Alma Guillermoprieto, Leila Guerriero, Miguel Ángel Bastenier, Martín Caparrós.
Además, ofrecen talleres, franja audiovisual y la entrega de un premio nacional de periodismo: el Silvia Galvis, que en 2018 creó y desde entonces organiza el programa de Comunicación Social de la UNAB. La feria tiene tres mujeres directoras (Camila Botero, Lynda Bula y María Luisa Rueda, directivas de la universidad) y los arreglos logísticos corren por cuenta de los propios estudiantes, a los que en los días de la fiesta se les puede ver moderando, transmitiendo por redes, escribiendo boletines, acompañando invitados. Este año, los de Comunicación se idearon una tarima para entrevistar a los candidatos a la alcaldía, en un espacio al que bautizaron como “Preguntas pólvora”.
Hacer todo esto cuesta —costó este año— 1.200 millones de pesos. De esos, el Ministerio de Cultura puso 14 millones. Entre la gobernación de Santander y las alcaldías del Área Metropolitana de Bucaramanga dieron alrededor de 250 millones. A través de entes privados y con el alquiler de espacios comerciales y estands, se consiguió otro tanto. Pero la mitad de la plata la aportó la propia UNAB, la universidad de la élite empresarial de Santander, que nació hace 71 años para que los hijos de unos líderes liberales tuvieran colegio al que asistir, durante el gobierno del conservador Laureano Gómez.
En 2017 había 604 librerías afiliadas a la Cámara Colombiana del Libro, más de la mitad de ellas funcionando en Bogotá. Hoy, la Cámara registra en su directorio 124 en 35 ciudades. Ante semejante panorama tan desolador, el grato encuentro literario que impulsa Ulibro —y varias otras ferias regionales del libro, de esfuerzo igualmente destacable— en una ciudad intermedia es pura poesía en tiempos de muchas desgracias, y una muestra de lo que se logra cuando hay un verdadero compromiso por fomentar ciudadanía y no simplemente por construir ciudad a punta de cemento.