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Reformas con los de siempre no son ninguna revolución

Laura Ardila Arrieta
06 de julio de 2025 - 05:06 a. m.
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Cubrir la política en las regiones no sólo es una manera de equilibrar el centralismo de los grandes medios: también sirve para confirmar la tesis del nobel colombianista James Robinson, quien dice que fundamentalmente todos los males estructurales de Colombia —narcotráfico, violencia, desigualdad— encuentran origen en la forma en que el país ha sido gobernado: por élites centrales que delegan el control de las zonas rurales y la periferia a élites locales cuestionadas.

Esa tesis, por supuesto más compleja, ayuda a entender la existencia de los clanes que se adueñan por años de regiones, casi siempre con el guiño de algún padrino en Bogotá. También, que la guerra haya golpeado con especial dureza a la ruralidad, y que existan dirigentes que se visten de estadistas en la capital mientras fungen de manzanillos en el resto del territorio. Pero, sobre todo, explica por qué la calidad de la democracia electoral en Colombia es más precaria entre más lejos del centro se encuentre uno.

Mientras el presidente Gustavo Petro inunda la red social X con ríos de caracteres —muchos incomprensibles y sin la más mínima consideración por la ortografía o la sintaxis— contra los males de esta dinámica, su gobierno en vez de combatirla ha optado por perpetuarla.

Si no, que lo diga Ape Cuello: el representante conservador del Cesar, viejo aliado del cuestionado clan Gnecco y ejemplar operador de la política tradicional y la clientela que, lejos de perder poder en la época “del cambio”, lo ha ampliado. Ayudó al Gobierno en el trámite de la reforma pensional y en esa liga puso nada menos que una ministra (la que estuvo hasta febrero en Deportes, Luz Cristina López). Entregar la hoja de vida de un ministro es un nivel de influencia que sólo grandes caciques como los Char habían alcanzado. Y, como era previsible, luego de ese logro, Cuello —a quien en 2022 le abrieron investigación por supuesta corrupción con la plata del Ocad Paz— gestionó mermelada por cerca de 14 mil millones de pesos para un alcalde de su cuerda, según reveló La Silla Vacía. En los corrillos de Valledupar, pocos dudan que su cercanía con el petrismo lo deja con fuerza para saltar al Senado en 2026.

En la lista de maquinarias regionales favorecidas por Petro se cuentan también varias del Partido de La U, al que en 2023 le entregaron la Fiduprevisora a través de su bancada en Cámara. Entre ellas, la del gobernador de Córdoba, Erasmo Zuleta Bechara, padrino político de la representante Saray Robayo Bechara, quien ha alcanzado fama nacional más por ser la pareja del símbolo de la corrupción Emilio Tapia que por su gestión. También, los Torres, el clan del Atlántico que, tras financiar la campaña presidencial, ha recibido contratos y cuotas burocráticas. Y los Calle, de Montelíbano (municipio cordobés), que se volvieron petristas y llegaron a tener un presidente de la Cámara: Andrés Calle, hoy preso y en juicio por presuntamente recibir coimas a cambio de apoyar las reformas del gobierno en el Congreso. Y el cacique paisa, Julián Bedoya, cuya red política recomendó a la exministra de Vivienda Catalina Velasco. Y, claro, el hombre más poderoso del Estado: el ministro Armando Benedetti, profesional de las volteretas políticas que pasó dos décadas en el legislativo no precisamente por voto de opinión.

Algunos defensores del petrismo justifican estas alianzas con el argumento de que el sistema está tan podrido que no hay forma de avanzar sin malas compañías. Pero es justo al revés: son las malas compañías las que impiden cualquier transformación real. A los clanes políticos no les conviene que haya igualdad o inclusión política porque ambas debilitan la dependencia de las clientelas a las que compran los votos. Evidencia de ello ha sido, entre otras, que una reforma política de fondo jamás haya podido avanzar en el Congreso dominado por estos grupos.

En el mismo sentido de lo que señala Robinson, se necesita un gobierno que demuestre que existe una forma distinta de operar, y este no fue.

Laura Ardila Arrieta

Por Laura Ardila Arrieta

Periodista Caribe con un gusto especial por la crónica y los reportajes sobre el poder. Autora del libro ‘La Costa Nostra’, historia no autorizada del clan Char. Ha ganado cinco premios nacionales de periodismo, incluyendo el Simón Bolívar en la categoría Periodista del año en dos ocasiones.
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Olegario (51538)07 de julio de 2025 - 01:46 a. m.
Bogotá se queda con el pecado y sin el género. En dónde robó el señor Tapia, hoy de moda en la farsándula criolla, y tan "Caribe" como usted? Pues en Bogotá. A la Capital llegan provincianos politiqueros de todas las regiones a JODERLA. Por eso, después de 70 años, apenas se está construyendo la primera línea del Metro. Se le sale su regionalismo y su bronca contra los "cachacos", pero en lo demás acierta.
Pompeyo José Parada Sanabria(18990)07 de julio de 2025 - 01:31 a. m.
No estoy de acuerdo con la corrupción y el manejo de los clanes políticos regionales que usted ha denunciado y otros: es de la naturaleza del sistema político, que viene de muy atrás y no se ha cuajado en este gobierno, lo cual no justifica la corrupción. Mi punto de controversia sería ver, como en ese marco de podredumbre, si hay un núcleo de política con contenido social, que sería lo que definiría el cambio. Analícelo, para ganar en sindéresis.
Julio Enrique Galán Roa(83619)06 de julio de 2025 - 11:36 p. m.
Petro dice que el es el único revolucionario de su gobierno. Pero para lograr unas reformas pone sus ministros a repartir mermelada, la misma estrategia que tanto ha criticado. Y luego dice que los clientelistas y traidores son los funcionarios.
jairo sanchez(mhojn)06 de julio de 2025 - 08:21 p. m.
Desde el comienzo de la campaña de Gustavo Petro, se compartió esa preocupación, pero los más pragmáticos adeptos decían que era el medio para concretar la finalidad, el Petrismo se atrevió sin desparpajo a manifestar que en el Departamento del Cesar no existían cuadros para las posiciones estratégicas y bajo esa narrativa había que nombrar la clientela tradicional de las castas y paridos de siempre.
Mario Giraldo(196)06 de julio de 2025 - 07:27 p. m.
El cuarto pais mas desigual de 196 países no llega a ese titulo por las malas decisiones de un presidente. El nobel habla de instituciones. Como vemos con las decisiones de las cortes, el congreso, el BanRepublica, la CREG amparadas por la constitucion. Instituciones de bolsillo de politicos para hacerles el mandado a grupos economicos quienes reformaron la constitución para su propio beneficio. El resto es pelearse por las migajas.
  • Boppi(61012)06 de julio de 2025 - 11:26 p. m.
    La mezcolanza de siempre, si no quiere ninguna de esas institucuniones vayase para Cuba o Venezuela, modelos que son un ejemplo a seguir para ud, allá sobran las mijagas, en esos paises si son totalmente de bolsillo; el congreso es elegido por el pueblo y tiene la misma validez que la presidencia, esos grupos economicos, sin ser unos santos, generan más empleo que ud y yo; todos los países que han reducido la pobreza ha sido gracias al capitalismo, incluido China.
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