Publicidad

El país de Margot

Margot, la amazona del mundo

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Laura Camila Arévalo Domínguez
01 de agosto de 2025 - 12:00 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Que se incendió la finca y que mi abuelo no estaba. Que ella se había quedado con otra señora que se llamaba Ninfa. Ya estaba acostumbrada a que mi abuelo viajara o que llegara muy tarde, en la madrugada, después de alguna fiesta. En alguna de esas fincas que administraban, ella se quedaba con los trabajadores, que jamás la irrespetaron, que solo la cuidaron. O sola. Y durante esas noches leía “El Quijote de la Mancha”.

Que por el humo las vacas comenzaron a desesperarse. Y ella, que vio el carro de la finca, pero no sabía manejar, llamó a gritos a su compañera —que por fortuna sabía ensillar caballos— para que intentaran salvar algo. Y las salvaron a todas. Cada una de esas vacas fue acorralada por mi abuela y su compañera para que no murieran achicharradas. ¿Y mi abuelo? Ni por enterado. ¿Cómo se iba a enterar? No había ni teléfono. El que no se salvó fue el burrito. Por allá abajo, bien abajo, quedó calcinado, porque a ese no lo lograron agarrar.

Después de controlar la urgencia mi abuela salió a la carretera y se montó en algún bus. Llegó al pueblo y le mandó a mi abuelo un telegrama contándole que la finca se había quemado, pero que las vacas no, que estaban bien. Que el burro sí se murió, pero que ellas sobrevivieron al incendio. Y que fue gracias a ellas, montadas en caballos y aguantando la respiración para no ahogarse por el humo.

Mi abuela se llama Margarita Nieto. Le decimos Margot. Esta historia la ha contado muchas veces, pero siempre como si fuera la primera: como si acabara de recordar que fue la salvadora del ganado en algunas tierras del departamento de Cesar. Sus memorias más claras son las de su infancia y su juventud, que no acabó hace tanto, o eso creo cada vez que la veo: es madre de cinco hijos, tiene 89 años, pero vive como si la mortalidad no fuese para ella.

En este momento estoy sentada en su cama, escribiendo la primera columna de mi vida. Se la quiero dedicar a ella, porque sus historias son las ventanas más cercanas que tengo a lo que fue presente para los de atrás, con el permiso de Héctor Abad Faciolince y el título de su libro. Y son testimonios: en el mundo había gente que se aburría y surgía. No que se aburría y se moría, como ahora tememos todos.

Además, mi abuela es un recuerdo de que, en su soledad, eligió de acompañante al Quijote, algunos pasillos y otros cuantos boleros. Este espacio será para registrar sus recuerdos en el periódico que ella leía, en El Espectador. Será, además, para guardar los de otros abuelos: las canas y las grietas de la piel cuentan historias que aquí se convertirán en pistas.

Una columna para dejar la soberbia y callarme ante la experiencia. Para recordar que mi abuela se convirtió en artista. Para aprender de otras canas con otros apellidos. Para defender el arte y las conversaciones. Para ser otra suerte de escultura que conserve las huellas de Margot y de su país.

Laura Camila Arévalo Domínguez

Por Laura Camila Arévalo Domínguez

Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com
Conoce más

 

Atenas (06773)02 de agosto de 2025 - 02:10 p. m.
Pues, bienvenida, Laura Camila, qué bien este debut tuyo y en estilo fresco, directo, al grano y sin las ampulosidades propias de quienes creen q' dejando tras de sí una estela afin con cierta ideología estarán por encima de los lectores. Atenas.
  • Laura Camila Arévalo Domínguez(d0pid)02 de agosto de 2025 - 04:40 p. m.
    Me alegra mucho que te guste, Atenas. Te espero en la próxima. Te escribe Laura Camila, la autora de la columna.
FERNANDO RAUL MUÑOZ REBOLLEDO(sv6gc)01 de agosto de 2025 - 10:51 p. m.
Laura: su escrito nos hace respirar un aire puro de nostalgia y a la vez de optimismo, y nos sirve como antídoto así sea pasajero a tanto descarrilamiento ético y moral de nuestro pobre país.
  • Laura Camila Arévalo Domínguez(d0pid)02 de agosto de 2025 - 04:40 p. m.
    Me alegra mucho que hayas pensado esto después de leer la columna, Fernando. Abrazos. Te escribe Laura Camila, la autora de la columna.
Alberto Rincón Cerón(3788)01 de agosto de 2025 - 09:56 p. m.
Grata lectura. Gracias.
  • Laura Camila Arévalo Domínguez(d0pid)02 de agosto de 2025 - 04:40 p. m.
    Gracias a ti, Alberto, por leer. Te escribe Laura Camila, la autora de la columna.
Hernán Patiño Arias(49621)01 de agosto de 2025 - 05:32 p. m.
Qué bien. Me permite exaltar a mi Madre en sus 85 años. Qué mujeres, qué madres, qué abuelas.
  • Laura Camila Arévalo Domínguez(d0pid)01 de agosto de 2025 - 06:14 p. m.
    Gracias por contestar y leer Hernán, me alegra que te guste este nuevo espacio. Es un homenaje para mi Margot y para tu madre...
haji(3766)01 de agosto de 2025 - 04:37 p. m.
QUE HERMOSURAAA, GRACIAS !!
  • Laura Camila Arévalo Domínguez(d0pid)01 de agosto de 2025 - 06:15 p. m.
    Gracias por leer, Haji. Me alegra que te gustara. Aquí seguiremos cada quince días. Te escribe Laura Camila, la autora de la columna.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.