Darse un paseo por el barrio, con la mirada dispuesta a encontrar algo nuevo en lo conocido, es también un ejercicio literario. Así lo entendió Henry David Thoreau, quien escribió Caminar, una serie de reflexiones sobre un acto tan primario que nos puede llevar a descubrir la esencia de lo salvaje. O William Hazlitt y Robert Louis Stevenson con el mismo título: Caminar, que vincula la movilidad sobre dos piernas como un entretenimiento distinguido, casi burgués, pero que no cuesta nada.
Así, paseando por el barrio, uno puede llegar a descubrir un tema en el paisaje, una imagen recurrente. En Teusaquillo, Bogotá, ese paraíso que se repite es el de las librerías. Empezando por Casa Tomada, una de las más tradicionales, adonde uno puede ir a tomarse un café en el jardín o ser parte de uno de sus clubes de lectura. Basta dar unos pasos a la calle siguiente para llegar a Casa Tinta, que además de talleres de arte también ofrece una selección de libros ilustrados y de su firma editorial.
Para seguir con la línea de la casa como espacio de encuentro entre familias elegidas está Casa Fuego, el corazón de ferias como Papel Caliente, que tiene una tienda permanente donde se consiguen publicaciones independientes y artesanales. Las casas también tienen cuartos como El Cuarto Plegable, que se define como “un espacio para la formación, circulación e intercambio de experiencias editoriales”.
A unas cuadras de allí, sobre la carrera 19, hay dos espacios amigos: Garabato y Matorral. Del primero es imposible salir sin un libro nuevo, gracias a la valiosa selección de joyas editoriales de sus libreros, y el segundo es un refugio que parece una cabaña en medio de un bosque donde se puede pedir cerveza y escuchar música.
Hay que caminar otro par de calles para llegar a la bellísima Babel, librería y editorial, con una de las selecciones más completas de libros ilustrados y para la infancia. Además, tiene una minibiblioteca, que abre los sábados, para el préstamo. Muy cerca de allí uno se encuentra con la recién inaugurada librería Danielito Bang, que ofrece eventos, talleres y laboratorios sui géneris. Unos pasos más y llegamos a Prosa del Mundo, una pequeña esquina de contracultura y anarquía. Podemos deambular por la calle 45 entre sus varias librerías de viejo, como la conocida El Dinosaurio, o irse a la diagonal 40 a conocer Contrabajo Libro y Café, otro espacio cultural recién abierto en el barrio.
Aquí termina este paseo, casi invocando El paseo, de Robert Walser, donde un hombre va concibiendo su mundo mientras camina. Este mundo que hoy propongo es donde hay libros vivos en cada esquina del barrio.
