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Apuntes sobre “chucuchucu” navideño

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Laura Galindo
19 de diciembre de 2025 - 05:05 a. m.
Rodolfo Aicardi (izq.) y Pastor López (der.) son dos de las grandes figuras de las fiestas colombianas en diciembre.
Rodolfo Aicardi (izq.) y Pastor López (der.) son dos de las grandes figuras de las fiestas colombianas en diciembre.
Foto: El Espectador
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Hablar de música navideña y de cómo terminamos asociando a Pastor López y al ‘Loco’ Quintero con las fiestas de fin de año se ha vuelto, igual que la música, una tradición. Basta con preguntarle al buscador de Google o a alguna IA y la respuesta completa aparece en segundos.

En resumen, los discos y las emisoras nos permitieron armar la fiesta sin tener orquestas en vivo, pero al mismo tiempo, como la oferta era limitada, la fiesta era con las mismas canciones una y otra vez. Aparecieron los compilados de fin de año –como Los catorce cañonazos de Discos Fuentes– y fue posible tener varios artistas en una misma playlist. En la década de los 90, se pusieron de moda ‘Gallito’ Ramírez, Carlos Vives y Escalona, y hubo una ola de reinvención de fórmulas: la música vieja volvió a estar de moda y al alcance de cualquiera con quemador de CD. Jorge Barón también aportó lo suyo con los shows televisados de fin de año; desempolvó a Rodolfo Aicardi, Los Graduados y Los Hispanos, y los mezcló con nuevas caras de lo popular: Los Tri-o, Iván y sus Bam Band y Marbelle.

La pregunta, entonces, no es cómo se volvió el chucuchucu nuestra música navideña, porque la respuesta es obvia: somos una cultura de tradiciones y rituales. La pregunta es, ahora, qué identidad hemos construido sobre esas bases rituales. Y ahí la respuesta es mucho más heterogénea.

Para empezar, sobre nuestra identidad como latinoamericanos existen varias teorías. La primera dice que somos indígenas y punto, porque la colonización es algo yuxtapuesto. La segunda dice que somos hispanos, porque no fuimos colonias españolas sino provincias, es decir, antes de la llegada de los españoles no había cultura alguna, por lo tanto no hubo sometimiento sino la fundación de una nación. La tercera dice que somos occidentales, producto de Europa y Estados Unidos, sin culturas tradicionales vigentes. Y la cuarta, que somos mestizos y nuestra identidad es la síntesis de distintos elementos culturales de sociedades amerindias, europeas y africanas.

Esta última es la más aceptada –y para mí la más lógica–. Así que propongo usarla para revisar nuestro fin de año chucuchucu. La Navidad nos llegó cuando los españoles nos trajeron el catolicismo y sus respectivos advientos por Jesús y los Reyes Magos. Celebraciones religiosas que se acompañan con rezos, y rezos a los que la iglesia vinculó cantos. Hasta aquí, dos cosas claves: venimos de la tradición católica y celebramos con música. Ahora, ¿cómo pasamos del Sanctus dominus deus a Adonay? De la misma forma que con todos nuestros ritmos tradicionales: los indígenas y los negros fueron creando apropiaciones culturales de la música europea, usando sus instrumentos y transformándolos bajo sus lógicas. Así nacieron las cumbias, los torbellinos, los porros, los merengues y las bachatas.

Luego, vino la construcción del ritual: música grabada, emisoras de radio, compilados de fin de año, los Clásicos de la provincia, Jorge Varón y “Oye, traicionera, aunque yo me muera, donde yo me encuentre rogaré por tu alma”.

@LauraGalindoM

Laura Galindo

Por Laura Galindo

Periodista musical y cultural. Pianista de la Universidad Javeriana, magíster en piano de la Universidad Eafit, magíster en periodismo de la Universidad de Los Andes y MFA en Creative Writing de la New York University -NYU-. Editora cultural y presentadora en RTVC Noticias, de Señal Colombia.
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